El tenor francés Roberto Alagna, se permitió dar un nuevo giro a la ópera "Aída" huyendo de escena como alma que lleva el diablo. Parece ser que el público no estaba muy contento con los comentarios que escuchaba del artista, en vivo y en directo, descalificando al auditorio. Con su actitud posterior puedo imaginarme las cosas que decía. Y el público, que es soberano -como el pueblo-, habló. Bueno, más bien, silbó y dejó también claro lo que opinaba de sus opiniones y de su Radamés.
El tenor, a tenor de la actitud de los escuchantes, se largó -pies para qué os quiero-, en el más puro estilo "divo ofendido". Y ahí estaba la mezzosoprano Ildiko Komlosi, intentando salvar el dúo ella sola, y el director de orquesta, dirige que te dirige y no mires hacia atrás.
El director de escena, mientras tanto, miraba para todos lados ¿buscando también una puerta por la que huir? ¡no! buscando a un sustituto, pero como no había nadie vestido de Radamés le costó localizarlo.
Antonello Pallombi (el de la foto de cabecera), sintió una fuerza que le impulsaba hacia delante -era el director de escena que le empujaba- y se encontró en escena, vestido de Radamés a lo progre y no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cantar. Pues menos mal, porque la mezzosoprano ya estaba un poco cansada de trabajar el doble -supongo que pedirá un plus por el esfuerzo- y necesitaba ayuda.
Alguien en el público -siempre hay algún ingenioso- gritó ¡Radamés viste de Prada! y se escucharon algunos abucheos que me imagino iban destinados al huido, no al valiente que cantaba en tejanos.
Finalmente, el tenor "ahora no canto, ala", dio lo que él creía que eran explicaciones -y que a todos sonaron como "han sido ellos, son malos y no me quieren". El director dijo "que vale, que muy bien, majo. Haz el petate que estás licenciado" y le dio el puesto a Walter Fraccaro.
Y, digo yo, ¿no sería mejor que se lo dieran a Antonello? No todos los tenores sabrían afinar después de ser empujados a escena en tejanos, teniendo que creerse que uno es Radamés.
El tenor, a tenor de la actitud de los escuchantes, se largó -pies para qué os quiero-, en el más puro estilo "divo ofendido". Y ahí estaba la mezzosoprano Ildiko Komlosi, intentando salvar el dúo ella sola, y el director de orquesta, dirige que te dirige y no mires hacia atrás.
El director de escena, mientras tanto, miraba para todos lados ¿buscando también una puerta por la que huir? ¡no! buscando a un sustituto, pero como no había nadie vestido de Radamés le costó localizarlo.
Antonello Pallombi (el de la foto de cabecera), sintió una fuerza que le impulsaba hacia delante -era el director de escena que le empujaba- y se encontró en escena, vestido de Radamés a lo progre y no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cantar. Pues menos mal, porque la mezzosoprano ya estaba un poco cansada de trabajar el doble -supongo que pedirá un plus por el esfuerzo- y necesitaba ayuda.
Alguien en el público -siempre hay algún ingenioso- gritó ¡Radamés viste de Prada! y se escucharon algunos abucheos que me imagino iban destinados al huido, no al valiente que cantaba en tejanos.
Finalmente, el tenor "ahora no canto, ala", dio lo que él creía que eran explicaciones -y que a todos sonaron como "han sido ellos, son malos y no me quieren". El director dijo "que vale, que muy bien, majo. Haz el petate que estás licenciado" y le dio el puesto a Walter Fraccaro.
Y, digo yo, ¿no sería mejor que se lo dieran a Antonello? No todos los tenores sabrían afinar después de ser empujados a escena en tejanos, teniendo que creerse que uno es Radamés.
Qué situación tan divertida y absurda, me has hecho reír mucho. La has contado con mucho humor.
ResponderEliminarBesos
Me parto de la risa. Me he imaginado al tenor ese corriendo por el escenario, agarrándose de los pelos y gritando ¡qué injusticia!.
ResponderEliminarEs la primera vez que visito tu blog y me ha encantado.
Volveré seguro.
Así son los divos...Muy gracioso :-)
ResponderEliminarLudena, ¿no te habría gustado estar allí? a mí me habría encantado.
ResponderEliminarBesos también para ti.
Lady Lammermoore, una historia preciosa, la suya. Me alegro de que te hayas reído y espero que sigas viniendo.
Alicia, la verdad es que no conozco a ninguno personalmente... ni ganas.
Un saludo a todas.
No me quiero poner yo en la tesitura de ser abucheado en medio de la lectura de uno de mis poemas... Qué bochorno! (Más de uno hubiéramos reaccionado del mismo modo).
ResponderEliminarPor cierto, ayer estuve en la presentación del libro de José Manuel - he hecho una pequeña crónica de la presentación- y me comentó que te surgió un imprevisto y no pudiste asistir.
Pues vaya con el divo. Uno tiene que ser profesional y apechugar con las críticas, creo yo. Si alguien te dice que lo estás haciendo mal, pues lo corriges y a correr. Y si eres un maleducado y te mereces los abucheos del público, pues ajo y agua, que diría mi abuela.
ResponderEliminarYo también habría contratado al que cantó en vaqueros. Se lo merece por valiente.
Luis, pues si yo fuera abucheada me daría tal bajón de ánimo que probablemente no me movería del sitio. Sentí mucho no poder estar en la presentación, pero la familia es lo que tiene.
ResponderEliminarRuth, no habría sabido decirlo mejor. Cuando escribí el post no había visto aún las imágenes (me he prohibido a mi misma ver más de un telediario al día), las vi anoche y ¿sabes qué? me pareció emocionante ver aparecer a Antonello. Parece ser que tanto el "divo" como su señora "la diva" son amigos de hacer este tipo de espectáculo añadido. Mira, si no cobran por ello, ya me parece bien.
Un saludo a los dos.
una pincelada tan graciosa siempre viene bien; y mejor si está realatada con ese estilo que te magnifica...
ResponderEliminarMuchas gracias por este rato...
Saludos