domingo, 17 de diciembre de 2006
Así borraba, así, así...
Como ya comenté en la entrada "Poseía Poesía" estoy revisando una novela.
Cuando terminé la primera que escribí, Nela, la entregue (con no poca vergüenza) a algunos amigos y desconocidos para que me dieran su opinión. La hermana de una amiga que es profesora de Filología en un Instituto me escribió una carta de tres folios que guardo con cariño.
Uno de los consejos que recibí fue que, una vez acabada una obra, la dejase dormir en un cajón tres meses antes de revisarla.
Yo suelo hacer caso de los consejos, si son buenos.
La novela que estoy desmenuzando la escribí hace dos años (se ha pegado una siesta de aupa). Y estoy segura de que, si no me controlo, acabaré rescribiéndola porque el capítulo que trabajé ayer y que creí pulido y listo para olvidar, hoy, vuelto a revisar, aún ha recibido más cera.
Hay quien dice que una obra nunca estará acabada en manos de su autor. Lo que me inquieta es pensar que no es la obra, si no el momento en el que me encuentro al revisarla, lo que hace que modifique alguno de los hechos, actitudes o situaciones que en ella se desarrollan.
¿Eso sería bueno o malo?
¿Me ayudaría a escribir mejor?
¿Hay un límite?
¿Alguien tiene respuestas?
En fin, divagar, divagar, divagar.
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Es buen consejo el que te dieron. Ya se sabe que tomar decisiones en caliente no suele ser demasiado bueno.
ResponderEliminarEs mejor no hacerse tantas preguntas para las que no hay respuestas exactas.
ResponderEliminarEs cierto eso que dicen, una obra nunca estará acabada en manos de su autor, mira el ejemplo de Raymond Carver que escribió y reescribió sus cuentos incluso después de haber sido publicados. También es cierto que es bueno dejar descansar la obra, tres meses, un año, dos, o cuanto el autor estime necesario. Pero también llega el momento de poner el punto final y no volver a revisar, al menos por un buen número de años.
También es un buen ejercicio revisar lo ya escrito cuando se anda huérfano de cratividad. Pero si tienes muchas ideas nuevas, olvídate de lo que escribiste en el pasado.
Espero no haberte enredado más.
Un beso grande.
Cuanto más te gusta algo que has escrito, más te cuesta dejarlo marchar. Quieres que sea perfecto, y cuanto más lo relees, más imperfecto te parece. Quieres usar otras palabras, pero al día siguiente te parecen vagas y necesitas más concreción, no han expresado todo lo que tú querías...
ResponderEliminarNo soy la mejor para dar consejos, la reina de la incertidumbre; supongo que es bueno dejarlas descansar, pero después de la primera revisión yo dejaría descansar la obra otro tiempecillo antes de volver a revisarla. O quizás dejar que alguien la lea y te den su opinión. No sé. Ya digo que no soy la más adecuada para hablar de este tema.
Qué gran ayuda soy...
Creo que dejar reposar las letras es buen consejo.
ResponderEliminarTambién creo que nunca estaremos conformes con lo que escribimos.
Prefiero leer que escribir, ya que al hacerlo, me desgasto en todos los sentidos. Debo ser necia.
Aclaro que soy lectora no'más, así me declaro. Por lo tanto, seguiré leyéndote.
Ha sido un placer conocerte.
Abrazos...
Sinceramente yo por inercia, sin ningún consejo o comentario al respecto; es lo que me sucede...
ResponderEliminarincluso me ocurre varias veces en el transcurso de una novela.
Quizás en poco tiempo escribo cien que ninguna página.
Una vez acabada reposa en su cajón hasta equis tiempo que después reescribo y reescribo sin parar...
si la vuelvo a dejar reposar, vuelvo a lo mismo, reescribo y reescribo...
hasta que llega el momento de que la presento a certamen o editorial y espero a la crítica... para nuevamente perfilar.
Si nosotros no ponemos fin, jamás existiría tal fin para nuestras obras.
saludos
Pienso lo mismo que tú, Luis.
ResponderEliminarLurdena, siempre hay alguna idea rondándome por la cabeza, pero también tengo una deuda para con lo que escribo. Nunca me parece lo suficientemente bueno, siempre creo que podría haber sacado más de un personaje, que podría haberlo dicho de otro modo o que me pasé de poética. Creo que tienes razón en que hay que ponerse un límite, seguro que das buenos consejos en tu taller literario.
Ruth, eso es lo que hago en primer lugar, la dejo reposar unos meses, la doy a leer (procuro que la lea gente que no me conozca, por aquello de la objetividad) y luego vuelvo a ponerla en reposo. Lo que ocurre es que cuando pasa un tiempo y la saco del cajón para revisarla de nuevo (pensando que será por última vez) puede ocurrirme que de tanto sacudirla se le caigan todas las letras ¿me comprendes? Por cierto, espero que esa sequía que dices te acompaña, se vaya con viento fresco.
Clarice, no eres necia en absoluto, no hay más que leer tu blog para verlo. El post sobre tu hermano es soberbio. Yo también me desgasto mucho cuando escribo, pero no puedo evitarlo, supongo que porque también disfruto mucho. Para mí también ha sido un placer.
Dani, qué gusto ver a tu niño contigo, pero deberías actualizar la foto que seguro que está hecho un chaval. Yo no soy tan apasionada escribiendo, medito mucho y soy lenta, pero a la hora de corregir me pasa igual que a ti. Deduzco, pues, que es algo absolutamente normal y eso me deja más tranquila.
Besos para todos.
Es normal, es normal, Antonia (vamos, eso creo). A mí me pasa lo mismo. A pesar de haber publicado ya la novela y de haberla corregido unas cuatro veces, todavía hay cosas que seguro que si volviera a leerla (no, por favor, en un tiempo)cambiaría.
ResponderEliminarUn abrazo e infórmanos.
Decía Isaac Asimov que nunca revisaba un relato porque si no lo botaría a la papelera. Claro que él tuvo un momento muy malo con un cuento que escribió y revisó y volvió a revisar y que al final le salió tan malo que nunca más quiso volver a revisar nada.
ResponderEliminarYo supongo que todo con moderación. Lo revisas una vez, se lo das a alguien (siempre es bueno el punto de vista de alguien que no sea el autor) y si es necesario lo revisas una vez más. Y luego de ahí... bueno, a la mano de los expertos, porque es verdad que si por el autor fuera, sus libros se reescribirían ad infinitum. Siempre habría algo que arreglar. :)
Hola, Antonia.
ResponderEliminarYo también tengo esas dudas. Y me temo que no hay normas establecidas. Me compré un libro titulado "Cómo lo reescribo" en el que da consejos sobre el estilo, el punto de vista... En fin, lo tipico.
El consejo de dejar dormir los textos un tiempo para leerlos con cierta distancia es fundamental. Esto sí lo he aprendido.
Y lo que se suele decir es que se debe abordar la reescritura con la intención de eliminar, nunca añadir. Con esta idea suelo empezar, aunque luego sale lo que sale.
Millás, a este respecto, cuenta que se puso a corregir una de sus columnas con la intención de tachar algo: una palabra, una frase... Y cuando terminaba, volvía a hacerlo y volvía a tachar algo. Después de repetir este ejercicio unas cuantas veces se dio cuenta de que todo su artículo era prescindible. Lo que demuestra que no se deben seguir los consejos demasiado a rajatabla.
Un saludo.
Jose, parece que publicar no da seguridad. Espero comprobarlo en breve.
ResponderEliminarLaura, no sabía lo de Asimov pero le comprendo.
Miguel, "Como lo reescribo" ¿es de la Kohan?, si es así me lo leí de cabo a rabo un par de veces. Lo de Millás es un buen ejercicio, quizá lo intente.
Gracias por enseñarme que no soy un bicho raro, colegas.
Sí, ése es el libro al que me refiero. Lo cierto es que no conozco ningún otro sobre este asunto.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Antonia!
ResponderEliminarGracias por tu mail y por la transformación de bog a blog. Por cierto me gusta mucho tu blog.
Un abrazo
Marcelo Faccio