lunes, 21 de mayo de 2012

Camina despacio

Camina despacio porque sabe que sus pasos la llevan al final del camino. Tantas veces había imaginado este momento que le resulta familiar. Como el camino a la escuela los días de clase. ¿Por qué recuerda tan bien aquellos días? Que no sepa cómo se llama esa joven que va a verla y pone esa cara tan triste, dicen que es normal. Que recuerde hasta el color de sus calcetines de la suerte, no les resulta sorprendente.

Han llenado su casa de papelitos con letras que durante meses le han dicho cómo debía llamar a cada cosa: SOFA, TELEVISION, MESA DE AJEDREZ.
Cuando era pequeña le gustaba jugar al ajedrez, quizá porque era la única cosa que hacía con su padre. Era un hombre severo, nada cariñoso, pero su mirada decía cosas que no sabían decir sus labios. Siempre le traía un trozo de jamón o de queso del que su madre le ponía para el almuerzo. Eso, era decir algo.

La primera cosa que olvidó fueron los nombres de sus nietos: los últimos serán los primeros. No querían explicarle qué le iba a pasar, así que tuvo que explicárselo ella misma. Era maestra de escuela, acostumbrada a andar entre libros y no le costó mucho encontrar respuestas.  Al final no sabrás ni que estás viva, se dijo. Eso es igual que estar muerto ¿no?

Es vieja, pero solo por fuera. Por dentro es aquella niña, la de las trenzas apretadas, que salta a la comba mejor que nadie y hace la vertical treinta veces por minuto. A la que le gustan los bocatas de nocilla y es la reina de los mares, ustedes lo van a ver.

Esta mañana se ha despertado asustada, no encontraba a su madre en aquella extraña casa, solo la mujer sin nombre que no para de decirle señora esto, señora lo otro. La desconocida la ha llevado hasta el lavabo y la ha colocado frente al espejo.
Se ha quedado allí, quieta, mirando aquel rostro envejecido y asustado. Después de un tiempo, no podría decir cuánto, la nebulosa ha ido deshaciéndose y, poco a poco, ha vuelto al presente. No están todas las piezas, pero sí las suficientes para poder llegar a la cocina y preparar un café.

Esos episodios son cada vez más insistentes, no puede seguir ignorándolos. Con la taza entre las manos se sienta frente al libro que durante una semana ha intentado comenzar. Acaricia las páginas recordando sentimientos. Pero no palabras. Palabras, ninguna. Observa la taza vacía ¿para qué quería una taza vacía? La deja sobre la mesa. Pero el libro no, el libro lo apoya en el pecho mientras observa, por la ventana, el jardín ya florecido.
Aquel camino lleva al lago, en él aprendió a nadar cuando era niña. La enseñó su padre, sin una caricia, pero con mucha paciencia.

Coge la toquilla que cuelga de la percha, no sabe muy bien para qué, pero instintivamente la coloca sobre sus hombros. Sale de la casa sin hacer ruido, los pies descalzos y el camisón como atuendo de calle. La mujer que le hace compañía está limpiando las habitaciones y el olor a café llega hasta ella, como una señal de aviso.

Es temprano y no encontrará a nadie en el camino. A las once vendrá su hija, como todos los días, a verla, a intentar recordarle que un día la quiso. Tratando siempre de que no viese sus ojos brillantes, ni la mueca amarga por haberla perdido teniéndola tan cerca.

Camina despacio porque sabe que sus pasos la llevan al final del camino...


martes, 8 de mayo de 2012

Entrevista con Javier Pellicer

Javier Pellicer, nació en Benigánim, Valencia. Tiene en su vitrina unos cuantos premios de relatos, le gusta la Ciéncia Ficción y la Historia y este año Ediciones Pàmies ha publicado su primera novela, El espíritu del lince, una aventura épica ambientada en la invasión cartaginesa de la península ibérica en el siglo III a.C.  
Javier. ¿Cómo está yendo la promoción de tu novela? Háblanos de las presentaciones, sé que has disfrutado mucho con ellas.

Así es, Antonia. Las campañas de promoción siempre tienen un punto estresante, pero al menos en mi caso me he encontrado con la sorpresa de que estoy disfrutando, y mucho, de ese acercamiento al lector, especialmente cuando se trata de presentaciones y firmas. ¡Y eso que soy una persona muy tímida! “El espíritu del lince” me está reportando muchas satisfacciones.

Me alegro mucho y espero que disfrutes también con este cuestionario tan personal que nos ayudará a conocer, un poco mejor, quién se esconde detrás del escritor.

1. ¿Qué rasgo de tu personalidad como escritor destacarías?

Supongo que soy un escritor que cree mucho en el esfuerzo, el trabajo y la constancia, incluso por encima del talento (que obviamente también es importante). Doy por bueno todo lo que me ha costado llegar a donde estoy, los rechazos, las frustraciones... Y sé que si he alcanzado esta primera meta ha sido porque he tenido paciencia. Eso aún me satisface más.

2. ¿Qué cualidad esperas de un escritor o escritora?

Básicamente la honradez y la humildad, pero son cualidades tan generales que las exijo en cualquier ámbito de la vida, y trato de pagar con la misma moneda. Mis amigos tienen órdenes de darme un tirón de orejas si me convierto en un escritor engreído  (risas).

3. ¿Qué esperas de tus amigos cuando les das a leer un manuscrito?

Principalmente que la lectura les convenza, les entretenga y, a poder ser, les emocione. Pero también que me señalen lo que no les parece correcto, en todos los aspectos. Me gusta recibir críticas constructivas, creo que es la base de todo aprendizaje y mejoría. Mi progreso literario se debe precisamente a este tipo de críticas tan necesarias para cualquier escritor.

4. ¿Cuál crees que es tu principal defecto a la hora de escribir?

No soy muy prolífico en cuanto a ideas. Hay autores cuya imaginación es tan desbordante que se les ocurren argumentos a puñados, casi cada día. Yo en cambio tengo pocas ideas, así que tengo que aprovecharlas lo mejor posible.

5. ¿Cuál es tu ocupación favorita? (sin contar la escritura)

Leer, por supuesto (incluso cómics). También cine, música, charlar con los amigos... Soy bastante convencional en mis aficiones.

6. ¿Cual es tu sueño de felicidad?

Precisamente ese: ser feliz. Y por ahora, lo soy. Me siento realizado actualmente. Ahora es cuestión de ir marcándose nuevas metas, poco a poco.

7. Si pudieras ser otra persona ¿quién te gustaría ser?

¡Un superhéroe, por supuesto! (risas) Aunque realmente estoy contento con mi vida, en estos momentos no creo que me cambiara con nadie.

8. ¿Dónde te gustaría vivir?

No sé si vivir, pero me encantaría visitar la Tierra Media de Tolkien. Y, ya que estamos, viajar en el tiempo (personalmente, no solo con la imaginación) a la Iberia que relato en mi novela. ¡Quizás me encontraría con mis personajes!

9. ¿Cuál es tu lugar favorito para escribir?

Mi despacho, con silencio absoluto y a primera hora del día. No me gusta nada escribir por la noche.

10. Tus novelas favoritas son:

Difícil elegir unas pocas, así que me quedaré con “El Señor de los Anillos”, por lo que significó para mí. Su lectura fue lo que hizo que quisiera ser escritor.

11. Esas novelas que no pudiste terminar por…

...ser tremendamente aburridas, insulsas y artificiales. Suelo ser bastante selectivo con mis lecturas y pocas veces me arrepiento de empezar un libro, pero eso fue lo que sentí cuando inicié “Crepúsculo”. Quería entender a qué se debía tanto éxito y aún hoy sigo preguntándomelo (con todos mis respetos para los seguidores de esta saga).

12. Tus héroes y heroínas de ficción

Me encanta el protagonista de una saga de fantasía llamada “Añoranzas y pesares”. El personaje en cuestión es Simón Cabezahueca, y tiene una gran profundidad porque es muy realista (a pesar de que estamos hablando de una novela de fantasía). Su evolución me cautivó cuando la leí hace ya bastantes años, y aún hoy creo que es uno de los personajes de la literatura de entretenimiento mejor conseguidos.

13. Tus pintores favoritos

No soy especialmente aficionado al arte pictórico, aunque me sigue estremeciendo “El grito”, la obra de Edvard Munch. La desesperación y angustia existencial que refleja la pintura siempre ha revuelto algo en mi interior. De hecho, fue la inspiración para un relato ecléctico de terror que escribí hace un tiempo.

14. Tus compositores favoritos

Me encanta el rock-pop, especialmente clásicos como Queen, Pink Floyd, The Beatles, etc... Aunque en realidad, y como me pasa con la literatura, no tengo un género favorito y me gusta un poco todo tipo de música, excepto el reggaeton; lo siento, pero no puedo soportarlo (risas).

15. El escritor o escritora que más admiras

Hay tantos, que la lista sería interminable. Me abstendré de mencionar a los grandes maestros de siempre y nombraré a algunos autores que, en la mayoría de casos, conozco personalmente: gente como Blanca Miosi, David Mateo, Darío Vilas, Ivan Mourin, Javier Negrete, Ismael Martínez Biurrun (y muchos más). Tenemos una gran plantilla de autores en habla hispana, una generación que nos están dando una nueva edad dorada de la literatura en español.

16. ¿Qué talento natural te gustaría poseer?

Como ya he dicho antes, no soy un autor de los que “paren” ideas constantemente. Me encantaría poseer una imaginación más fecunda en ese sentido.

17. ¿Qué le pides a la literatura?

Que me entretenga, que me emocione. ¿Se puede pedir más?

18. ¿En qué momento considerarías que has triunfado en la vida?

No me planteo ese tipo de pensamientos. Para mí la vida es dar un paso tras otro, en pos de pequeñas metas. Alcanzarlas ya es un triunfo, pero nunca hay que dejar de luchar por seguir avanzando y mejorar. Sea como sea, ser y mantenerse feliz ya es un éxito en la vida.

19. ¿Cómo crees que será tu vejez?

Me la imagino haciendo lo mismo que ahora: escribiendo. Aunque bueno, igual para entonces las máquinas ya se han adueñado del mundo, vete tú a saber (risas).

20. ¿Cómo desearías morir?

Prefiero no saberlo. Pero te aseguro que si la literatura me hace rico me congelaré como Walt Disney (risas).

21. ¿Cuál es tu lema?

No sé si llamarlo lema, pero soy un firme defensor del equilibrio en todos los aspectos de la vida (aunque comprendo que es casi imposible de conseguir), y odio cuando se generaliza sobre cualquier tema.



El interrogatorio ha terminado, ya puedes respirar. Para terminar, nos gustaría saber si tienes en mente alguna nueva historia.

Así es. Si nada se tuerce, mi próxima novela tras “El espíritu del lince” será una vuelta momentánea al género fantástico más clásico, con un proyecto ilusionante del que por ahora no puedo hablar mucho. Antes, sin embargo, estaré embarcado en un par de antologías, una de las cuales he compilado junto al escritor y compañero Rubén Serrano, y la otra que es un proyecto benéfico precioso: Ilusionaria 2, organizado por el también compañero Juan de Dios Garduño.

Y luego, de nuevo si todo va bien, empezaré a escribir una nueva novela histórica que de momento solo está en mi mente.

Me alegra mucho haberte tenido por aquí y que hayas compartido con nosotros tus experiencias. Te deseo mucho éxito con El espíritu del Lince y con las demás novelas que, estoy segura, le seguirán.

Muchas gracias a ti, Antonia, por permitir que me muestre un poco a tus lectores y seguidores. Un saludo a todos.

Podéis encontrarle en su blog: Tierra de Bardos

martes, 1 de mayo de 2012

Ilusiones del pasado


Nació en Côte-Saint-André, Francia, el 11 de diciembre de 1803, su destino era ser médico como su padre, pero el que tiene unos años sabe que sobre el destino impera el deseo. Héctor era un joven sensible, capaz de sentir en su piel la emoción más intensa tras una simple lectura o al escuchar una pieza de su admirado Beethoven. De la mano del compositor checo Anton Reicha, Berlioz entra en el mundo de la música y se despide para siempre del Vademécum.

La primera vez que escuché la Sinfonía Fantástica, hace ya más de veinticinco años, me estremecí toda yo, pero ¿quién era este Berlioz del que no había oído hablar? Todo el mundo conoce a Mozart, a Beethoven, pero ¿quién conoce a Héctor Berlioz? Por aquel entonces yo tenía mis manos pegadas a un piano que no era mío y sentía fluir de mi pecho todas las emociones que cabían en él, que no eran pocas, escuchando una música que me había sido negada. Berlioz fue un descubrimiento fortuito, una llamada desde algún lugar que no se localiza en ningún mapa.

Berlioz es el compositor más romántico, su instrumento era la orquesta a la que dominaba como ningún otro. Tuvo la revolucionaria idea de crear un libreto para sus obras, una historia que se explicaba con música en la que cada personaje tenía un tema constante, un leitmotiv. Para componer la Sinfonía Fantástica (1830), subtitulada: Episodios de la vida de un artista, se inspiró en la actriz irlandesa Harriet Smithson, de la que estaba profundamente enamorado, y en él mismo; se podría decir, por tanto, que se trata de una obra autobiográfica. La conoció una noche en que asistió a la representación de Hamlet. Aquella noche se enamoró dos veces, una de Shakespeare al que dedicó tres piezas de sus composiciones y la otra de la actriz que representaba a Ofelia, a la que amó platónicamente durante dos años (ni la actriz hablaba francés ni el compositor, inglés).


«sólo puedo comparar el efecto que me produjo su talento y su genio dramático tanto en mi alma como en mi corazón, con una especie de conmoción producto de este poeta. Me es imposible decir más…»
Fue un músico independiente, que no encontraba un lugar entre sus iguales, buscaba trasmitir un mensaje emocional: “conmover a los hombres inteligentes”. Se sentía identificado con el romanticismo y era amigo de Alejandro Dumas, Victor Hubo y Honore Balzac. Théophile Gautier escribió: Héctor Berlioz, Victor Hugo y Delacroix, forman la Santísima Trinidad del arte romántico. En cambio, algunos de sus colegas de profesión no se privaron de mofarse de él, como Rossini cuando sentenció: “Existe la buena música, la mala música… y luego la de Berlioz”.

Después de ganar en 1830, el Premio de Roma, la beca más importante del mundo de la música, pasó dos años en aquella ciudad. Aquella fue una época triste para el artista que no quería marcharse cuando empezaba a ser reconocido en París, después del éxito de su Sinfonía Fantástica. A su regreso, y tras reanudar su relación con la actriz irlandesa, se cumplió uno de sus mayores sueños, Harriet Smithson accedió a casarse con él. Héctor trabajó sin descanso, compuso varias obras maestras que, a pesar de su originalidad, no llegaban al público. No ganaba suficiente dinero y tuvo que ponerse a trabajar como crítico en una revista musical y también como bibliotecario en el conservatorio. El matrimonio se resintió, tenían discusiones constantes y la pasión del compositor por la artista se desvaneció. Durante una gira por Europa conoció a la cantante Marie Recio de la que se enamoró y, después de separarse de Harriet, vivió con ella el resto de su vida.

En 1856 comenzó a componer Los Troyanos, una adaptación del la Eneida de Virgilio. Su estreno en París fue un fracaso del que el compositor nunca se recuperó. La amargura de no ser justamente valorado por sus compatriotas, las enfermedades que llegaron con los años, la muerte de muchos amigos, incluida la de su padre, la de Harriet, un hijo de ambos y la más dolorosa, la de Marie Recio, le sumió en una profunda depresión. Murió en París el 8 de marzo de 1869, a los 66 años y fue enterrado en el cementerio de Montmartre.

"Consumo más aburrimiento en una hora que antes en un día. Bebo el tiempo como los patos mastican el agua para encontrar algo con qué vivir, y sólo encuentro algunos míseros insectos"
Berlioz fue muy valorado en Rusia, Nikolái Rimski-Kórsakov asistió como estudiante a los conciertos que Berlioz ofreció en Moscú y Tchaicowski no disimuló la influencia del compositor en su propia obra. También en Europa, Mahler y Strauss le estudiaron con atención. Sin embargo, nunca fue profeta en su tierra, en 2003 se cumplía el bicentenario de su nacimiento y hubo una propuesta para llevar sus restos al panteón francés junto a su amigo Alejandro Dumas, pero Jacques Chirac se opuso.



"Yo soy..... esperanza del pasado, ilusiones del pasado, concepciones elevadas y pensamientos profundos del pasado."