lunes, 27 de octubre de 2014

El karma o cómo calentarse la cabeza.

Me preguntaba esta mañana, una persona muy cercana a mí, si creo en el karma y tuve un retardo significativo al contestar. 

Durante el resto del día he estado pensando en ello y es que la cuestión tiene mucha más miga de la que podría parecer en un principio.

En primer lugar busquemos el significado de la palabra, según la RAE:

karma.
(Del sánscr. karma 'hecho, acción').
1. m. En algunas religiones de la India, energía derivada de los actos que condiciona cada una de las sucesivas reencarnaciones, hasta que se alcanza la perfección.
2. m. En otras creencias, fuerza espiritual.

La primera acepción es la que todos conocemos y sobre la que esta persona que os he comentado me preguntaba. ¿Y qué es lo que me hace dudar a la hora de responder algo que requiere una respuesta tan simple como "sí" o "no"?

Algo me decía que no era tan sencillo.

Vayamos paso a paso.

Para creer en el Karma debo creer en la reencarnación. Es imprescindible. Y, además, también debo creer que, aunque no recuerde que he tenido otras vidas y no sea consciente de los pecados que cometí en ellas, debo pagar por ellos.

Y aquí nace mi primer rechazo. ¿Para qué sirve un castigo si no sé qué lo ha causado? En esta vida ese castigo me resultaría del todo injusto y, por lo tanto, no tendría ningún provecho en mi supuesto "crecimiento" para alcanzar la perfección. 

Si todo es una cuestión de causa/efecto (tú haces daño a alguien en otra vida y alguien te hace daño a ti en esta), pero nunca eres consciente de ello ¿qué incidencia tendrá este hecho sobre nuestra superación personal? 

Según esta teoría hay quién piensa que si haces algo bueno, el Universo te devolverá una acción con igual resultado. Muy bonito todo. Pero ¿qué pasa si le damos la vuelta a esa teoría? ¿Eso significa que cuando a alguien le pasa algo malo es porque lo merece? 

Una persona de mi círculo está convencida de que el cáncer lo produce, en parte, la mala conciencia. ¿Os dais cuenta de lo perversa que es esa idea? Porque con esta teoría justifica el dolor de muchas personas que no han hecho daño a nadie. 

Otra pregunta: ¿Uno es aquello que los demás recuerdan que es?
Os pongo un ejemplo. Un asesino nazi que ha matado a cientos de personas tiene un accidente, se golpea en la cabeza y olvida todo lo que ha sido su vida hasta ese día. Además, el golpe provoca otro cambio en él: ahora es una excelentísima persona, incapaz de hacer daño a nadie.
¿Si le metemos en la cárcel de por vida avanzará hacia la perfección?

Llegado a este punto ya tenía bastante claro que lo del karma no me convence nada. 

Entonces, ¿por qué he seguido dándole vueltas? Vale, porque soy escritora y le doy vueltas a todo, pero aparte de eso...

¿Os acordáis de aquello de que La energía/materia ni se crea ni se destruye, solo se trasforma? (¡Ah, qué buenas discusiones tuvimos sobre ese tema! Perdón, que me disperso.)

Según ese enunciado siempre hemos estado aquí y siempre estaremos. Físicamente formamos parte de un todo inamovible.

¿Y si un día la ciencia es capaz de demostrar que tenemos memoria genética?
¿Y si llegamos a "recordar" qué o quién fuimos en otras épocas anteriores?
¿Tendría entonces sentido el karma?
¿Nos serviría para crecer y llegar a la perfección?

En fin, tantos días con CreateSpace tenían que tener sus consecuencias.

martes, 14 de octubre de 2014

CreateSpace y la madre que lo parió.

Estoy enfrascada en la preparación de la publicación de mi última novela en papel y quiero compartir con vosotr@s algo que a algun@s os será ajeno, pero otr@s conoceréis mejor que yo. 

Si tuviese que escoger una frase que definiese esta entrada, esa frase sería una pregunta:

¿Quién me manda a mí meterme en este embrollo?

Es una pregunta trampa porque está claro que me he metido yo solita (con la colaboración de algun@s amig@s y familiares que no paran de decirme que quieren leerme en papel).

Una cosa es pasarte meses documentándote para escribir una novela. Luego pasarte un año escribiéndola, corrigiéndola, recortándola, volviéndola a corregir... Todo ese proceso lo tengo asumido, está en mi ADN (otra de las cosas que lo diferencia del ADN de la mosca de la fruta). 

Pero esto, lo de publicar, no tiene nada que ver con la tarea del escritor. Bueno, no tenía nada que ver, porque ahora...

Para publicar una novela en papel, de la forma más eficaz posible, o cuentas con un profesional o te pasas mil horas frente al ordenador apagando fuegos. 

Me he convertido en maquetadora. Lo que me ha supuesto leerme tropecientos artículos en inglés sobre cuál es el mejor interlineado y la longitud de línea ideal para que no resulte cansada la lectura. 

¿Y qué me decís de los tipos de letra? Parece que son mejor las serif, las de rabito. 

Hay que dejar espacio para el número de página, pero no poner número de página, eso lo hace el propio programa.

Los capítulos siempre en página impar, si te salen en página par le añades una hoja en blanco, pero después no cambies el interlineado o tendrás que volver a empezar (a mí no me ha pasado, ¿eh? Fiu, fiu, fiiiiu).

Y entonces, cuando tienes tu novela, tan bonita ella, que parece vestida para ir a bendecir la palma (¿Qué pasa? En mi época nos compraban zapatitos de charol y todo), Create salta al paso siguiente y te pide la portada. ¡Tócate las narices! Porque la portada de ebook no vale, esa solo es frontal y Create quiere una completita, con su trasera y su lomo. 

Y te quedas con cara de, ¿pero qué estás haciendo? ¿No eres tú la que dice que nadie tendría que tirar los cubos de palomitas en los cines, para que pongan más acomodadores y así dar trabajo a más gente? ¿Qué haces maquetando y haciendo portadas?

Entonces miro mis ventas en Amazon y lo entiendo todo. 

Hala, me voy a hacer unas tortitas de avena, que no dan dinero, pero quitan el hambre y no engordan.


lunes, 29 de septiembre de 2014

El ego del escritor

Dicen por ahí que los escritores somos uno de los colectivos con mayor ego de mundo. Es razonable pensar esto, si nos basamos en que tenemos la poco objetiva creencia de que lo que escribimos puede ser de interés para el resto de la Humanidad.

También ayuda, supongo, el hecho de que el trabajo de escritor se realiza en soledad. Esto es: tu ordenador, que rara vez te discutirá nada, y tú. Aunque en este caso también podríamos colocar a pintores, escultores y los músicos que crean solos. Incluso, si me apuras, a l@s bloguer@s, que gozáis de la misma sana compañía en vuestra labor.

Después de aquel desafortunado: "Yo he venido aquí a hablar de mi libro", es difícil contradecir a los que dicen que solo sabemos hablar de eso, de nuestros libros. Y eso no ayuda, precisamente, a rebajar la mala opinión sobre nuestro ego.  
También tenemos, en Facebook y Twitter, un escaparate perfecto para diseccionar el carácter del escritor permanentemente agobiado por lo que él llama mala suerte, que no es otra cosa que la falta de lectores. Pero, no os engañéis, de esos hay en todas las profesiones.  

Y no hablemos ya  de esos escritores, con éxito o sin él, que miran a sus compañeros de letras por encima del hombro, porque ellos sí que saben escribir y no el Ken Follet ese.

Sí, he de reconocer que después de lo visto parece que el ego del escritor tiene que estar subido en una escalera muy alta para que pueda verse los pies. 

Pero no siempre es así, os lo aseguro.

También está el escritor humilde, el que preferiría dedicarse a otra cosa, pero sus historias no le dejan vivir si no las escribe. El que sueña con que miles de lectores lean sus novelas sin saber siquiera de qué color es su pelo. El que se ruboriza cuando un lector le dice que se acostó pasadas las tres de la mañana, porque no podía dejar de leer su último libro.

La que se pregunta, tumbada en la cama boca arriba y con las manos bajo la nuca, por qué tantos lectores han elegido su novela, dedicando una porción de su vida a compartir las vivencias de unos personajes que ha creado ella.

Y doy fe de que en ese momento, el único ego que sobrevive, es el de una sencilla y mágica palabra: 

Gracias

jueves, 25 de septiembre de 2014

Consejos para escritores III

1.- Cuando escribes, escribes, pero no te olvides de que escribir no es tu vida. La vida es eso que pasa cuando sales de tu cubículo. 


2.- Si no te lo pasas bien escribiendo, dedícate a otra cosa. Disfruta de la escritura y olvídate de lo que tu novela será de mayor. 

3.- Cuando escribes, no publicitas, no saludas a los amigos de Facebook y no entras en Twitter. Apaga Internet, sabes que eres débil.

4.- Alégrate de las buenas opiniones y reseñas, siempre, por importantes o humildes que sean. No temas, Dios no te castigará por ello, bastante trabajo tiene escondiéndose de nosotros. 


5.- Las críticas sirven para aprender. Sácales partido y sigue adelante, pero no olvides que nadie puede gustar a todo el mundo.  

6.- Las críticas de trolls solo sirven para mantener activo tu nivel de resistencia a las frustraciones. Frases como: No me ha gustado, no era lo que esperaba o no estoy de acuerdo con las buenas opiniones que tiene, hablan de la persona que opina, no de tu novela y mucho menos de ti. Guarda la espada, acéptalo y no respondas. 

7.- Si una novela no funciona, escribe otra. Esto también vale para esas novelas que tienes secuestradas por editoriales. No olvides que tú tienes el poder. El poder de escribir más.

8.- Cuando ofrezcas tu novela a bloguer@s asegúrate de saber con quién estás hablando. No vale eso de Hola "Reseño con pasión"...


9.- Huye de los que saben cómo ha de ser un buen vino, un buen libro, una buena moto... Fíjate, verás que normalmente van andando al trabajo. 

10.- Este es el único consejo que te daría si fueses mi hij@, mi marido o mi mejor amig@: Huye de la gente tóxica, aquella que te dice todo lo que no puedes ser, lo que no puedes hacer y lo que jamás conseguirás. 

Lo único que está en tu mano para conseguir el éxito, es hacer las cosas bien. 
Pero no olvides que eso no será una garantía. 
También influye la suerte.


viernes, 12 de septiembre de 2014

Helado de fresa amarga

"Cuando recibas esta carta ya me habré ido. Tengo las maletas en la puerta y un taxi esperando. Hace semanas que lo decidí aunque no te negaré que esperaba un milagro. Milagro, qué palabra tan vacía.
Habré pasado por tu vida como un sueño efímero y quizá quieras llevarme en tu recuerdo a ese lugar al que dices que iremos todos.
En mi infancia creía que los ángeles existían y solía ver uno, de vez en cuando, a los pies de mi cama. Mi madre me decía que eran sueños, que los ángeles, si existían, no podían verse.
Todavía recuerdo el olor que desprendían tus manos aquel día. Olor a incienso. Entré para refugiarme de la lluvia, la soledad me embargaba y el silencio actuó como un bálsamo en mis heridas. Te sentaste y hablamos como dos amigos que hace tiempo que no se han visto y tienen mucho que contarse. Fui quitándome, una tras otra, las espadas que llevaba clavadas y tú las recogiste para lanzarlas lejos. Me hablaste de tu niñez, de los campos repletos de olivos donde solías refugiarte en los momentos de angustia ¡Cuánto hubiese deseado conocerte entonces, cuando aún era tiempo!

Me acompañaste a casa, la lluvia era persistente y encontraba la manera de colarse en nuestra ropa. Te invité a que subieras y te calentases; sin ninguna intención, puedes creerme. Entonces aún no sabía que te habías colado dentro, muy adentro, allí donde solo entran las palabras que no se dicen. Temblabas ¿lo recuerdas?
Mi madre decía que la vida es un enorme y cremoso helado de fresa con trocitos de chocolate, pero que siempre encontraría gente que se sentiría decepcionada al sentir el dulce sabor de la fresa, personas que querrían que la fresa fuese amarga. Si mi madre te conociese diría que tú eres de esas personas.
Pero yo sé que no es cierto.
Cuando pienses en mí, no me recuerdes solo por aquellas tardes junto al fuego, quemándonos por dentro. No olvides los momentos dulces en los que me cogías las manos y me explicabas todo lo que te estallaba en el corazón. Tus proyectos, tus ilusiones. Entonces era cuando más te quería.
Hace dos semanas te escuché llorar. Creías que estabas solo porque te sentías solo, pero yo estaba allí, tras la puerta. Ese día supe que debía marcharme. Permíteme un poco de autocompasión, déjame llorar también detrás de la puerta. Saber que tus brazos no van a sostenerme más, ni tus labios susurrarán mi nombre se me hace una verdad insoportable. Añoraré cada parte de tu cuerpo y suspiraré recordando tu voz.
Les perteneces a ellos, a ellos que nada saben de ti, de lo que deseas, de lo que temes. A ellos, que volverán a sus vidas cada día mientras tú te quedas solo; en esa soledad que escogiste y yo vine a destruir. Ya no tendrás que avergonzarte cuando me veas pasar y estés rodeado, no hará falta que gires la cara, mires al suelo y sujetes el temblor de tus manos. Esas manos que tantas veces me han acariciado.

Hoy, cuando vengas a verme, con la cara pálida y los ojos brillantes, no me hallarás, me habré ido. Sé que después de la pena vendrá el alivio. Sé que la tranquilidad será pago suficiente a tu pérdida. Se acabaron para ti las noches sin dormir, los remordimientos, la angustia y la culpa.
Yo, te llevaré siempre conmigo.

Cuando bajó del tren ya era noche cerrada, necesitaba tomar una copa y el bar de la estación le pareció un lugar tan bueno como cualquier otro. Entró y se sentó en la barra.
-¿Qué le pongo?
-Una cerveza.
-¿Quiere algo de picar?
-No, gracias, solo la cerveza.
Dio un largo trago, sentía la garganta como esparto.
-¿Ha oído la noticia? -el dueño del bar tenía ganas de conversación.
-¿Qué noticia?
-La del cura que se ha suicidado.
La cerveza viajaba hacia su boca pero no llegó a su destino.
-Parece ser que le han encontrado muerto.
-¿Do-dónde ha sido eso?
-En el programa ese de sucesos...
-No, no, quiero decir en qué lugar...
-En un pueblecito de Jaén. Por lo visto su amante le había abandonado. Dicen que tenía una carta en la mano en la que lo explicaba todo ¡Menudo escándalo!
El camarero se percató entonces de la cadavérica palidez de su cliente que se sujetaba a la barra para no caer.
-¿Pero qué le pasa, hombre?
El viajero se desplomó.
El vaso rebotó antes de estrellarse contra el suelo.


viernes, 8 de agosto de 2014

Entrevista con Bruno Nievas

Dice que empezó a escribir por casualidad y que eso cambió su vida. Y reconoce que está encantado, a pesar del enorme coste en tiempo que esta decisión le supone. Tiene un blog de pediatría, No todo es pediatría, porque es médico de profesión y una legión de seguidores muy contentos con su trabajo.

—Hola, Bruno. ¡Cuánto me habría gustado conocerte cuando mis hijos eran pequeños y yo una madre sufridora! Estoy encantada de que hayas venido a visitarme.
¿Cómo decide un pediatra ponerse a escribir novelas? 

—De la forma más casual posible y es que, un día, navegando sin «rumbo fijo» por Internet, me di de bruces con una entrada en un blog que hablaba de programas de escritura enfocados a la creación literaria. Uno de ellos, Scrivener, me llamó la atención y, tras indagar en su web y estudiarme sus tutoriales, lo compré de forma impulsiva. Y para aprender a manejarlo decidí escribir una novela. Pensé en una idea de dos líneas sobre una historia que me gustaría leer en ese momento. Así comenzó Realidad Aumentada… y todo lo que vino después.

—He de reconocer que tu aproximación a la escritura es la más curiosa con la que me he encontrado. Ahora que ya estamos cómodos, vamos a empezar con el cuestionario. Ya sabes, respuestas cortas, claras y contundentes.

1. ¿Qué rasgo de tu personalidad como escritor destacarías?
La constancia. Se escribe todos los días, a todas horas.

2. ¿Qué cualidad esperas de un escritor o escritora?
Que divierta. Aburrimiento, ya tenemos de sobra.

3. ¿Qué esperas de tus amigos cuando les das a leer un manuscrito?
Que se les ponga la piel de gallina. Y que sean feroces criticando.

4. ¿Cuál crees que es tu principal defecto a la hora de escribir?
Le robo demasiado tiempo a los míos. Y eso tiene un coste.


5. ¿Cuál es tu ocupación favorita?
Cualquiera en la que puedas crear, diseñar, inventar, apasionar.

6. ¿Cuál es tu sueño de felicidad?
Ser valiente como lo han sido otros. ¿Tengo que nombrarte a Jobs?

7. Si pudieras ser otra persona ¿quién te gustaría ser?
El CEO de una empresa como Apple.

8. ¿Dónde te gustaría vivir?
Estoy muy bien donde estoy. Pero Los Angeles mola.

9. ¿Cuál es tu lugar favorito para escribir?
Cualquiera. Solo necesito mi portátil o mi iPhone para hacerlo.

10. Tus novelas favoritas son:
Los Pilares de la Tierra y El Señor de los Anillos.

11. Esas novelas que no pudiste terminar por…
Ser aburridas o predecibles. No merecen la pena.

12. Tu héroe o heroína de ficción
Superman y Sheldon Cooper. Como ves, se parecen mucho.

13. Tu pintor favorito
No tengo muchas preferencias aquí.
 
14. Tu compositor favorito
Mark Knopfler. Los pelos de punta.

15. El escritor o escritora que más admiras.
Stephen King, un genio. Español, Juan Gómez-Jurado.

16. ¿Qué talento natural te gustaría poseer?
La genialidad de Stephen King.

17. ¿Qué le pides a la literatura?
Que a la gente le guste lo que hago. Y dinero, jajaja.

18. ¿En qué momento considerarías que has triunfado en la vida?
Cuando el dinero deje de ser una preocupación.

19. ¿Cómo crees que será tu vejez?
Me da miedo pensar en la vejez.

20. ¿Cómo desearías morir?
Sin que los míos sufran. Y sin dolor.

21. ¿Cuál es tu lema?
Sin trabajo no hay sacrificio. Sin sacrificio, no hay recompensa.

—Estupendas respuestas. Tienes como lema mi filosofía de vida, está claro que nos entenderíamos bien trabajando juntos. ¿Qué tal si nos hablas de tus próximos proyectos?

—Estoy terminando de arreglar mi tercera novela, que saldrá publicada en el primer trimestre de 2015, siguiendo los consejos de mi agente y de mi editora. Este trabajo me va a llevar unos cuantos meses porque todos deseamos que salga lo mejor posible. En cuanto la tenga completada, seguiré con la cuarta novela, cuya escritura ya había iniciado. Y es que solo trabajando se consiguen los resultados. Otra cosa es que este resultado sea el que yo deseo… que es que los lectores se diviertan como locos.

—Muchas gracias por pasar este ratito conmigo, Bruno. Te deseo mucha suerte en el futuro, y muchos lectores, que al final son los que cuentan.

—Antonia, un auténtico placer charlar contigo, más aún siendo una autora a la que respeto y admiro. Gracias por haberme hecho un hueco en tu página, espero seguir leyéndote pronto.


martes, 29 de julio de 2014

De por qué me presento a un concurso convencida de que no voy a ganar.

El título de esta entrada es un poco exagerado, nadie compra lotería sin un pequeño resquicio de esperanza. Pero soy de ese tipo de realista que piensa que, a pesar de la esperanza, la lotería no le va a tocar ni echando. 

Aun así, decidí presentarme porque tenía la novela preparada y era una buena manera de darla a conocer. Esa es la razón sincera y simple.

No tengo una legión de lectores, ¿para qué os voy a engañar? No soy superventas, ni bestseller y no me paran por la calle para pedirme un autógrafo. Y menos mal, porque mi firma da pena. Pero no me quejo porque los lectores que tengo se quedan siempre con ganas de más. 

Los que me leen, repiten, y eso parece que me envía un mensaje. 

Esto de la escritura es un camino arduo. No, perdón, nosotros los escritores lo convertimos en un camino arduo cuando nos generamos expectativas que no se sostienen más que en nuestros deseos. 

Cuando empecé a escribir lo hacía en todas partes. Estaba en un bar con los amigos y cogía una servilleta para escribir algo que se me había ocurrido. Cuando me sentaba a ver una peli en casa, iba siempre con una libreta donde apuntaba ideas que me atacaban en plena trama. 

Cuando empecé a escribir no había expectativas, solo disfrute. Aquello era solo para mí, nunca nadie iba a leer todas aquellas libretas... Y qué razón tenía al pensar eso, porque mi madre, en uno de sus arranques de limpieza, vació los bajos de mi armario y los dejó limpios como la patena. No tengo ninguna de aquellas libretas, ni servilletas de papel, ni hojas sueltas. 

Y no pasó nada. El Mundo siguió girando y yo seguí escribiendo. 

Las expectativas son las que generan frustración. Por eso no las creo. Las expectativas, digo. Y esa actitud es mi secreto para mantener una equilibrada salud mental. 

Yo, escribo. Tú, me lees. Si quieres, claro. Fin de la ecuación. ¿Esto es una ecuación? Es que yo soy de letras.  

Todas las imágenes son obras de Rafal Olbinski, artista nacido en Polonia y formado en el Departamento de Arquitectura del Colegio Politécnico de Varsovia.

domingo, 20 de julio de 2014

Diez libros que...

1
Una biografía

2
Uno que te haya motivado a visitar algún lugar

3
Uno ruso que sí has leído

4
Uno que asocies con la música que te gusta

5
El primer libro que leíste en tu vida

6
Uno que te asustó

7
Uno de cuentos

8
Uno para aprender a perder

9
Un libro que te regalaron y no te gustó

10
Uno que te haya sorprendido por bueno

lunes, 14 de julio de 2014

Entrevista con Christian Gálvez


—Con la experiencia que tienes, mejor preséntate tú mismo.
—Pues presentador de televisión, investigador de Leonardo da Vinci, Tauro, mostoleño y con espíritu renacentista. ¡Jajajajajaja!
—Christian, me alegra mucho que hayas querido compartir este ratito conmigo. ¿Cómo se te ocurrió Matar a Leonardo Da Vinci?
—Buenas! Pues quise escribir un ensayo, la mejor biografía de Leonardo da Vinci, hasta que me di cuenta de que un tal Charles Nicholl ya lo había hecho. Creo que la mejor manera de plasmar todos estos años de investigación era a través de una novela.
—Seguro que esto no te lo han preguntado nunca: ¿Cómo se lleva eso de que te consideren un escritor mediático?
—Creo que los lectores no son tontos. Bien es verdad que la Tv te puede ayudar a sacar un primer libro (quien diga que no miente!) pero cuando se trata del cuarto y el lector sigue haciendo el esfuerzo económico, creo que la Tv queda a un lado y los curiosos descubren que siempre hay algo más de lo que sus ojos ven.
—Muy bien, empezamos con el cuestionario. Ya sabes, respuestas sinceras, cortas y contundentes. Mejor una palabra que tres.
1. ¿Qué rasgo de tu personalidad como escritor destacarías?
Pasión y perseverancia

2. ¿Qué cualidad esperas de un escritor o escritora?
La capacidad de sorprender.

3. ¿Qué esperas de tus amigos cuando les das a leer un manuscrito?
Sinceridad

4. ¿Cuál crees que es tu principal defecto a la hora de escribir?
La constante autocorrección

5. ¿Cuál es tu ocupación favorita?
Crear

6. ¿Cuál es tu sueño de felicidad?
No lo sueño, lo vivo.

7. Si pudieras ser otra persona, ¿quién te gustaría ser?
Yo mismo. No me cambiaría.

8. ¿Dónde te gustaría vivir?
En la Toscana.

9. ¿Cuál es tu lugar favorito para escribir?
En la misma Toscana.

10. Tus novelas favoritas son:
El Conde de Montecristo, Caballo de Troya y la pentalogía de Ramsés II.

11. Esas novelas que no pudiste terminar por…
Nunca empecé una novela que no llegara a terminar.
 
12. Tu héroe o heroína de ficción
Kal - El de Krypton ( Superman)
 
13. Tu pintor favorito
Leonardo da Vinci (aunque no era pintor pintor)
 
14. Tu compositor favorito
Dani Flaco

15. El escritor o escritora que más admiras
J.J. Benítez , Alejandro Dumas y Christian Jacq

16. ¿Qué talento natural te gustaría poseer?
Tocar algún instrumento musical.

17. ¿Qué le pides a la literatura?
Que conmueva

18. ¿En qué momento considerarías que has triunfado en la vida?
Ya lo hice. Y fracasé. Y volví a triunfar. Todo es cíclico.

19. ¿Cómo crees que será tu vejez?
Con satisfacción.

20. ¿Cómo desearías morir?
Tranquilo, y con el trabajo bien realizado.

21. ¿Cuál es tu lema?
No sueñes tu vida, vive tus sueños.
 
—Interesante tu fijación con la Toscana y con Leonardo. Algún día tengo que psicoanalizar a mis encuestados. ¿Nos puedes contar en qué estás trabajando ahora, literariamente hablando.

—Pues solo puedo decir que estoy terminando unos cuentos infantiles que verán la luz pronto y después me pondré con el segundo volumen de la trilogía del Renacimiento. La continuación de “Matar a Leonardo da Vinci”.
 
—He pasado un rato muy agradable y estoy segura de que mis lectores también. Te deseo mucho éxito en todos tus proyectos.
 
 
—Decían que “La letra con sangre entra” y creo que con la sangre no se negocia. Prefiero “La letra con una sonrisa entra mucho mejor”. Gracias por sacarme una sonrisa más. Y espero sacársela a tus lectores! Para ti, un besazo enorme!


Reflexión: no ha salido Pasapalabra ni una sola vez en la conversación. Reto conseguido.