domingo, 31 de agosto de 2008

Hoy he vuelto (snif, snif...)

La depresión post vacacional existe. Ya, ya sé lo que dirían algunos "peor es no haberse ido". Vale, de acuerdo, pero eso no me quita la pena. Esta mañana estaba desayunando en Praga con mi amigo Fernando Alcalá y su chica y ahora estoy en mi casa poniendo lavadoras y preparando las cosas para mañana porque vuelvo al trabajo.

Mi Instituto está en obras, cuando empecé las vacaciones dejamos todos los documentos escondidos en cajones para protegerlos de martillazos, pintura y "otros agentes agresivos" (Francesc, dijiste que te acordarías de dónde estaban...). Me tiemblan las manos al pensar cómo voy a encontrármelo todo y el mucho trabajo que me espera.

En los próximos días, cuando se vaya diluyendo la tristeza y pueda centrarme de nuevo en lo cotidiano escribiré sobre Budapest y sus Puentes, Viena y sus Palacios y, sobre todo, de Praga, la maravillosa y romántica Praga. Siempre había querido viajar al pasado, no sabía que el pasado tan solo estaba a 1700 kilómetros de aquí.

Mientras escribo escucho a mi hijo tocar su guitarra a lo Neil Zaza.




Ya estamos en casa.

viernes, 22 de agosto de 2008

Palabras


La carpeta donde guardo todo lo que escribo, mis novelas, mis cuentos, las entradas del blog..., en fin, todo lo que escribo, ya lo había dicho bien, pues esa carpeta se llama Palabras. No sé por qué le puse ese nombre, quizá porque es mi "palabra" favorita. Todo son palabras, lo que hago, lo que pienso, incluso lo que siento. Las palabras componen el mundo imaginario que me rodea, ese en el que nadie entra y en el que todos están. Así que he pensado que les debo algo, un pequeño, pequeño, muy pequeño homenaje: una etiqueta en mis entradas.

A mí me pasa una cosa muy rara. A veces he llegado a pensar si seré extraterrestre, o sea, de fuera del globo, directamente marciana. Parece que es muy raro eso de ir por la calle y no fijarse en la gente. Cuando digo gente me refiero a esos conciudadanos que pasean su palmito por las terrazas y paseos de nuestras queridas poblaciones y aledaños. Cuando alguien me dice
-¿has visto a esa?

Y le miro con cara de
-¿a quién?

Siento como si me hubiese olvidado del cumpleaños de mi hijo.

-Pero ¿cómo puedes ir así por el mundo?
me acusan,
-No te fijas en nada. ¿Pero de verdad no has visto a la pobre chica con el top barriguil y las mallas a reventar.

Yo, boba hasta la médula, me giro y deduzco que se refiere al ser humano que camina en dirección contraria a la mía y lleva de la mano una criatura, hija suya al parecer. Y sí, no niego que cuando reparo en su atuendo instada por mi acompañante de ese momento, no puedo evitar pensar lo estupenda que estaría con un vestido veraniego, pero acto seguido me digo: si ella está a gusto... Y me quedo tan pancha, oiga, lo cual parece irritar al “ojo avizor” que me acompaña. Supongo que el hecho de haber tenido que mirarme al espejo durante los últimos 43 años me ha servido de adiestramiento frente a esa "indiferencia" de la que me acusan algunos.

No es solo por eso que estoy convencida de haber caído aquí desde una lejana galaxia. Es que no solo no juzgo la ropa de mis congéneres (suponiendo que yo sea de este planeta ¿eh?) es que tampoco juzgo sus vidas, sus actos ni sus decisiones. Tengo la mala costumbre de creer que todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Incluso a acertar lo que, parece ser, es aún peor.

Palabra: empatía.
1. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos

Y yo que no creía en la casualidad, oiga...



viernes, 15 de agosto de 2008

Dig in the Dancing Queen...

Ayer fui al cine a ver Mamma mía. Siempre me han gustado los musicales, vaya este detalle por delante. Recuerdo que cuando fui a ver Noches de Sol protagonizada por Mijaíl Nikolaevitch Baryshnikov me impactó tanto aquel bailarín ruso que parecía representarse a sí mismo que repetí la aventura 8 veces.



Ayer me recordé a mí misma en aquellos cines de sesión continua y tuve ganas de quedarme a repetir. Me emocioné con las canciones de Abba que tantas y tantas veces había escuchado en el tocadiscos, que compré a escondidas de mi padre, porque había prohibido que entrase otro aparato de aquellos en casa.
El guión es desenfadado y divertido, los escenarios paradisíacos, no esperéis que encima tenga contenido. Los actores están soberbios, se lo pasan en grande y nosotros con ellos. Meryl Streep, como siempre, fantástica, consigue que le perdones que suplante a Agnetha.
Mi canción favorita de Abba es Dancing Queen y al director de la película creo que le ocurre lo mismo porque para mí es la mejor escena de todas. De hecho, solo por esa escena ya vale la pena ir a verla. Os la recomiendo.


domingo, 3 de agosto de 2008

Querida Bette

No era una mujer cualquiera. Tenía un físico difícil, una ambición desmesurada y una condición para el drama impresionante. Era actriz hasta cuando parpadeaba y su mirada me deja clavada al sillón cuando la lanza como un cuchillo. No hay nadie más, no hace falta nadie más.

Ruth Elizabeth Davis, nació el 5 de abril de 1908, en Massachussets y tuvo una infancia difícil, aunque no más que otros que se dedicaron a vender tomates, muy honradamente, o consiguieron un puesto en un banco. Sus padres se separaron cuando ella tenía siete años y para Ruthie Favor, su madre, no debió ser nada fácil sacar adelante a dos niñas con su trabajo de fotógrafa de estudio. No cabe duda que fue gracias a aquellas vivencias y a otras que seguro que se guardó para sí, que consiguió un carácter aparentemente indomable y una personalidad fuerte y decidida.

No creo en el concepto romántico de una vocación manifiesta por una vivencia concreta. La vocación, si es auténtica, debe estar incrustada en la piel desde mucho antes, buscando la manera de materializarse. Quizá un momento o situación puedan sacarla de allí y hacerla pública. Eso es lo que cuentan que le pasó a Bette Davis la noche en que su madre la llevó al teatro a ver “El pato salvaje”, de Ibsen. Dicen que al salir del teatro ya tenía claro cual sería su camino en la vida. Ruthie se volcó totalmente en ayudar a su hija a conseguir el éxito, quizá veía en ella la salvación a su precaria situación económica. Por aquél entonces Hollywood era la definición del sueño americano, un lugar donde una muchacha de pueblo sin espectativas podía convertirse en una gran estrella de cine. Quizá su hermana Bobby sufrió la ausencia de su madre, la preocupación de esta por su hija mayor, el deseo de ser ella, de triunfar... La questión es que sufrió un brote esquizofrénico y tuvieron que internarla en un sanatorio mental.

Bette probó suerte en el teatro, en la compañía de George Cukor y no le fue mal, después vendrían las primeras películas, nada destacable hasta "Of human bondage, 1934" (Cautivo del deseo), con Leslie Howard, una película que pocas actrices de la época se habrían atrevido a filmar. ¿He dicho pocas...?

En 1938 conoció a William Wyler, otro habitante de mi Olimpo particular en blanco y negro, del que se enamoró de tal modo que no tuvo reparos en reconocer que fue el amor de su vida. Con él rodaría tres películas.

"Jezebel" (Jezabel) fue la primera cinta que rodaron, una historia que comparte una sospechosa semblanza con Lo que el viento se llevó. En las dos películas el personaje principal es el de una joven sureña con mucho éxito entre los caballeros de su época, apasionada y voluble, cuya testarudez y vanidad la enfrentará a la tragedia de la que extraerá su auténtica personalidad. Pero ¿demasiado tarde?

En 1940, llegó “The letter" (La Carta) y con ella un papel que muchas actrices habrían rechazado, en caso de que Wyler se lo hubiese ofrecido a otra. Bette, como era su costumbre, no tenía ningún reparo en protagonizar personajes perversos, oscuros y hacerlos grandes. En esta película representa a una mujer casada con el propietario de una plantación en Malasia que asesina a un amigo porque, según ella, intenta violarla. La película se inicia con la imagen de la Davis saliendo tras él mientras dispara repetidamente una pistola.

Y en 1941 rodaron la que sería su última película juntos “The litlle foxes" (La Loba). Esta obra había sido interpretada en el teatro por Talullah Bankhead que veía el personaje de Regina como una mujer sensual capaz de volver loco a un hombre. Sin embargo, Bette tenía en mente otra Regina. Para ella, el trato machista a que la habían sometido sus hermanos la había castrado convirtiéndola en una mujer frígida e insensible. El empeño de Bette por no aparecer atractiva desquiciaba a Wyler a quien le gustaba más la visión de Talullah. Esa lucha entre los dos monstruos se mantuvo durante todo el rodaje y es posible que el espectador sea testigo de esa tensión en la soberbia interpretación de su protagonista. En esa época, Bette y la esposa de Wyler, eran ya muy amigas lo que hizo imposible un acercamiento más estrecho entre ellos, a pesar de que su "atracción" no había disminuido en absoluto. Nunca más volvieron a trabajar juntos. Una auténtica pena.

A pesar de que estos tres títulos son de lo mejorcito de su carrera, he de reconocer humildemente que mi favorita no está entre ellas. También he de reconocer que esa predilección no está justificada por la calidad absoluta de la cinta. Es cuestión de piel. De algo aquí dentro, a la altura del esternón, que se me estremece siempre que la veo. Se trata de “Old Acquaintance, 1943" (Vieja amistad). En la época fue una película de gran éxito, más por “el rodaje” que por la trama en sí. Todo el mundo quería ver a las dos enemigas acérrimas: Míriam Hopkins y Bette Davis, luchando frente a la lente. Para mí, desde la distancia de los años pasados, es la historia de estas dos amigas tan distintas, antagónicas incluso, escritoras las dos, lo que me cautiva profundamente.

No hago aquí reseña de todas sus películas porque la entrada tendría que fraccionarla por capítulos. Pero no me olvido de "All about Eve, 1950" (Eva al desnudo), ni de" What ever Happened to Baby Jane?, 1961" (¿Qué fue de Baby Jane?), dos joyas bien engarzadas. Sólo he comentado estos títulos, para mí imprescindibles, como homenaje a esta maravillosa actriz que, además de los muchos problemas de salud que arrastró durante toda su vida, mantuvo los derroches de su madre, la locura de su hermana, las frustraciones de sus maridos y fue capaz de dedicarse a lo que sabía hacer con la delicadeza de un maestro.

En lo personal su vida estuvo cargada de desgracias y la muerte la persiguió con ahínco sin llegar a alcanzarla hasta que el cáncer hubo invadido por completo su frágil y triste cuerpo. Murió el 6 de octubre de 1989 después de ser homenajeada en el Festival de Donosti.

In this business, until you're known as a monster you're not a star
Bette Davis