viernes, 9 de marzo de 2007

¡Tú te crees!

El otro día vino a casa a verme una amiga de esas que uno tiene desde que puede recordar. Curiosamente desde que tenemos niños no nos vemos casi nunca. Que si ella vive en un pueblo y yo en otro, que si los horarios, que si los niños, que si los maridos.

Total, que no nos vemos nunca, pueden pasar incluso meses sin que hablemos siquiera por teléfono.

El otro día, como he dicho, se presentó en casa a desayunar, trajo unas pastas y yo hice un café. Cinco minutos después de sentarnos frente a frente era como si nos hubieramos visto el día de antes.

Hay relaciones que no precisan de ningún artificio, que se mantienen de pura esencia. Estoy segura de que aunque pasaramos años sin hablar y sin vernos, nuestros lazos seguirían tan bien atados como quedaron en aquellos lejanos días en que nos cambiabamos los zapatos y ella me dejaba jugar con su Nenuca porque a mí los Reyes Magos nunca quisieron traérmela.

Sé que no hace falta pero, un beso.

14 comentarios:

  1. Qué verdad tan grande. Es una suerte tener amistades de ese tipo, deberías tenerte por afortunada (que sé que lo haces). Yo también cuento con un par de esos lazos. Una gozada, tener amigos sin que supongan un esfuerzo.

    ResponderEliminar
  2. Es verdad, yo retomé un par de amistades de la escuela muchos años después y es maravilloso. No hay nada que explicar. Te conocen desde siempre :-)

    ResponderEliminar
  3. Es lindo, no fácil pero no imposible.
    Es necesario regar esas plantitas maravillosas llamadas amigas.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  4. Ciao,

    El nenuco, la Nancy, el mocosete...qué recuerdos. Me alegro de tu encuentro, y de que haya sido tan entrañable como en esos tiempos.
    Un besazo

    ResponderEliminar
  5. Me alegro mucho de tu encuentro con esa amiga, Antonia.

    Es hermoso comprobar que el paso de los años no hace mella en la amistad que se afianzó de niños.

    Es bonito recordar los juegos infantiles y los amiguitos, incluso los que nos hacían de rabiar.
    Es bonito recordar para no olvidar que un día fuimos niños para volver a serlo en cualquier momento y con cualquier excusa.

    Seguro que todavia guardamos algún juguete de recuerdo, seguro. Nunca dejamos de ser niños. Bonito, muy bonito encuentro el vuestro.

    Besos, Antonia.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo9:51 a. m.

    Una pregunta malévola, ¿y no brotó esa sombra que representa la distancia, la evolución de cada una por su cuenta, el paso de los años, el peso de las responsabilidades entre vosotras? En ningún momento sentiste aquello de "de qué co-o hablo con esta ahora?...

    ResponderEliminar
  7. Manel, si te parece bonito es porque entiendes el sentimiento que expreso.

    Ruth, me considero afortunada, por supuesto. Los amigos son un bien muy escaso y, por lo tanto, un tesoro.

    Alicia, nosotras no fuimos juntas al colegio, nuestra amistad era de "puerta con puerta", pero imagino que debe ser algo parecido.

    Gabriela, hay una clase de amistad, muy escasa, muy escasa, que se alimenta de la presencia del otro... en nuestro corazón.

    Mónica, en casa de mi amiga eran dos hermanas, mientras que en la mía éramos cinco. A mí siempre me tocaba la Nancy. Y no me quejo, me gustaba mucho.

    Puri, yo no guardo juguetes de recuerdo y me da pena porque soy de las que cogen cariño a los objetos. En las familias numerosas, después de los hermanos llegan los sobrinos y arrasan con todo.

    Luis, qué malo que eres. Pues, no. Queríamos decir tantas cosas que varias veces nos reímos a carcajada limpia porque lo hacíamos a la vez.

    Un abrazo a todos.

    ResponderEliminar
  8. No hay duda que el mejor patrimonio que se puede tener, son los amig@s. En ese aspecto me considero afortunada. Hablo de amistad en estado puro, como a la que tu te refieres.
    Un saludo.

    (Sigo leyéndote)

    ResponderEliminar
  9. Yo también tengo alguna de esas amistades que sobreviven al tiempo y a la distancia. Creo que son esas amistades que hacemos cuando aún somos bastante niñas, son incondicionales. No nos ocurre lo mismo ya de adultos, cuando vemos los defectos de los demas y nos mantienen a cierta distancia. Besos y hasta pronto.

    ResponderEliminar
  10. angelusa, veo que estamos de acuerdo.

    isabel, creo que ese es el secreto, los lazos que creamos cuando aún no hemos perdido la inocencia y no creemos que las diferencias en los demás sea nada malo.

    Abrazos a las dos.

    ResponderEliminar
  11. Soy una persona muy reservada, tengo que admitirlo. Siempre me ha costado hacer amigas, y las he perdido porque no se callarme a tiempo las cosas (alguien me ha dicho que me parezco al doctor House, al que nunca había visto hasta ayer, pero no creo que yo sea tan bestia) Pero hay un par de amigas con las que cuando nos vemos tenemos multitud de cosas que contar, sobre todo mi querida Valle, a la que tengo que llamar para saber como le va todo. Vale, Antonia, has despertado ese sentimiento de culpabilidad por dejar un poco abandonadas a las amigas.
    De todas maneras, gracias a los blog estoy haciendo amistades muy bonitas, y creo que compartimos unas cuantas.
    Un beso

    ResponderEliminar
  12. Yo tengo un amigo que es un poco como tu describes. Es posible que hablemos cada dos años, más o menos, y nos ponemos al día. Pero ambos tenemos la sensación de que nuestras vidas se han separado y sólo nos une el recuerdo de la infancia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  13. charo, estoy segura que no te pareces a House. Y no te preocupes por "dejar un poco abandonadas a las amigas", esas de las que yo hablo se recuperan sin apenas notarlo.

    miguel, yo creo que lo que diferencia el tipo de amistad al que me refiero de los amigos que hacemos ya adultos, es el hecho de que de aquellos de la infancia no esperamos nada. Por eso, que nuestras vidas hayan seguido derroteros distintos, no es destacable, es más importante el "¿te acuerdas aquel día que...?"

    Abrazos

    ResponderEliminar