jueves, 31 de enero de 2008

El orden, ese gran desconocido...



Soy ordenada, estoy segura. Entonces ¿cómo es posible que mi mesa se desordene con tanta facilidad? Cada vez que me pongo a recoger me digo a mí misma que no volverá a ocurrirme que a partir de ese momento cada cosa que salga de su sitio volverá a él sin tardanza. Estoy segura que si me mirase al espejo cuando me engaño de ese modo podría ver una perversa mirada al otro lado, sonriendo y con expresión de "sí, sí..."

No tengo mucho sitio para "mí", es cierto, comparto un piso de 100 metros con otras tres personas y el hecho de que dos de ellas tengan menos de 15 años no ayuda, pero no es excusa. Tengo que ser más ordenada, más cerebral, menos emotiva y más cuidadosa. Eso.

Sí, sí...

¿Puede alguien explicarme qué hace la caja de Sony en mi rincón (porque yo tengo un rincón, no una habitación como Virginia Woolf) desde el día de Reyes? ¡Si ni siquera era un regalo para mí!
No hablemos ya de la propaganda del Miró, que casualmente ha dejado el ser de cuya costilla se supone soy dueña, a ver si cae el DVD grabador, que pronto empieza el GP de Motociclismo.

La vela es mía, una manía que tengo eso de las velas, se me van los ojos detrás de ellas. Me gusta mirarlas... Y el ordenador. Y los papeles. Y los DVD's. Y otras cosas que no salen en la foto porque no quise, que la mesa es muy grande.

En fin, si alguien tiene un método para aprender a ser ordenado (y si puede ser que se contagie) acepto sugerencias.

domingo, 27 de enero de 2008

El Moisés de Miguel Angel


Me ignoraba. Estaba ahí, frente a mí, sujentándose los ondulados mechones de la barba con su enorme mano. No se dignaba siquiera a mirarme y sus músculos en tensión me decían que era plenamente consciente de mi presencia. Las piernas, fuertes pilares marmóreos, amenazaban con ponerlo en pie en cualquier momento y esa posibilidad mezclaba el anhelo con el temor.


La expresión de sus vacíos ojos es dura, pero no concuerda con la placidez de sus mejillas y la serenidad de sus labios.
Se hinchan las venas de sus manos y brazos. Quiere salir, contiene el impulso, lo noto. Sujeta las tablas con disimulo, como si en realidad no recordase llevarlas bajo el brazo.

Miro a mi alrededor.

Todos se han ido.

Un ruido seco a mi espalda.

¿Qué... ?

sábado, 19 de enero de 2008

Si vuelves te contaré el secreto

Mónica Gutiérrez es una escritora sensible y dulce. Por sus venas en lugar de sangre corre la música que producen sus dedos sobre el piano. El amor por el jazz que heredó de los suyos está pintado en la firma con que dio por terminada su novela “Si vuelves te contaré el secreto”.

Un día, hace ya unos años, intercambiamos nuestros sueños escritos en papel y recibí aquellas hojas como un tesoro. Rápidamente sentí dentro de mi cerebro la sonoridad de las letras, la música se colaba entre las comas y puntos danzando sobre las historias. La atmósfera que crea su autora me recordó aquellas películas en blanco y negro, que veía de niña y que ahora colecciono, y pude imaginarme a sus protagonistas en aquel “The Club” como si estuviese viéndolos.
Mónica nació para la música, pero su música no se escribe en un pentagrama, sino en papel blanco y su sonido es el de A Foggy Day cantado por Billy Holiday.


Para celebrar la llegada de su novela a las librerías os dejo la entrevista que le hizo Antón Casto en su programa Borradores.



Mónica ha creado también uná página para su novela en la que además de leer la sinopsis y el aviso de lectura de Constantino Bértolo, editor de Caballo de Troya, también podréis escuchar parte de la banda sonora que acompañó a la autora durante la creación de la obra.


No, el éxito no se lo deseo a nadie.
Le sucede a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? Bajar, o tratar de bajar discretamente, con la mayor dignidad posible
.
Gabriel García Márquez

miércoles, 16 de enero de 2008

... mi vecina

-Hace semanas que no te veo, Paquita
-Es que estoy muy liada, chica
-¿Y eso?
-Mira, estaba hasta las mismísimas narices de no hacer nada para mí
-Es que con los hijos, ya se sabe
-Pues eso se acabó
-¿Los has dado en adopción?
-No seas burra. Me apunté a clases de Yoga
-¡Anda!
-¡No sabes lo que relaja!
-Me lo imagino. Eso de respirar y meditar, respirar y meditar...
-Y más cosas, oye. A ti te iría bien, con tanto estréss
-Ya no tengo edad de hacer el pino. Solo de pensarlo me coge un dolor en las cervicales
-También lo he hecho para conocer gente, no creas
-Ah
-Por ejemplo a la Dolores, una tia coj... estupenda
-Mira qué bien
-Su marido la dejó hace un año para irse con su hermana soltera, la de Dolores ¿eh?. Y ahora quiere volver con ella, a lo visto no era orégano todo el monte
-Espejismos, sólo eso. Ya sabes lo que dice Puncet
-Pues no tengo el gusto
-Dice que el amor es cuestión de simetría. Si tienes una cara simétrica se enamoran de ti sin parar
-Eso está muy bien, pero la cuestión es que a mi amiga Dolores la desgracia la hizo ver la vida de otra manera y ahora sabe muy bien lo que quiere
-¿Vale cualquier desgracia?
-Pues imagino que sí. ¡Tendrías que ver cómo habla la tía, tiene respuestas para todo
Abro los ojos como platos
-Con las dudas que tengo yo sobre cualquier cosa. Mira, sin ir más lejos ayer fui a la clase un poco acongojada
-¿Por qué?
-Discutí con Fermín
-Vaya, lo siento.
-Resulta que tiene una cena con los del trabajo y no podemos ir las mujeres. Y es lo que yo digo, ¿para qué hacen esas cenas? Pues para irse de picos pardos y despotricar de sus mujeres
-Qué va
-Pues se lo conté a mi amiga Dolores y ¿a qué no sabes qué me respondió? Me miró fijamente a los ojos y dijo: "¿Has comido toda tu comida? Entonces, friega el plato"
-¡Mira por dónde! Lo mismo que decía mi madre
-Después de clase nos fuimos a tomar un café para charlar un rato, yo necesitaba profundizar más sobre el tema ¿te importa si fumo?
-Preferiría que no
-Vale. Luego me dijo: "Camina cuando quieras caminar y siéntate cuando te quieras sentar"
Asiento con la cabeza

-Lo que quiere decir es que no debemos hacer nada que no queramos
-Hasta ahí, llego.
-Me levanta mucho el ánimo.
-Me lo imagino, aunque he de decirte que en la realidad no sé yo...
Paquita frunce el ceño ¿será que quiere sentarse?
-Bueno, subo, que a saber lo que estarán haciendo esos monstuos.
-Me alegro de verte, Paquita. Y en cuanto a lo de la cena de tu marido: "si quieres vencer, entonces no luches", que diría tu amiga Dolores.

martes, 8 de enero de 2008

Silencio

Esta cansada de discutir, siempre la misma retahíla. Después de morir su padre, su madre había decidido dejarse ir. Los días se convirtieron en uno y diez años pasaron en un chasquear los dedos.

Siempre animándola a hacer cosas, cosas que a la madre no le interesaban pero que calmarían la conciencia de la hija por ser joven, por tener una vida, por querer un futuro.

Ahora era el fruto quien sustentaba el árbol y de fondo siempre la misma cantinela, -tú tienes a tus hijos y a tu marido que te necesitan-. Mientras prepara la cena para los niños recuerda esas palabras que le suenan a reproche. Quizá porque son ciertas.

Él está de viaje, cosas del trabajo, y mientras las patatas saltan suavemente en la olla, espera su llamada escuchando las noticias. Le dirá que la echa de menos, lo mal que se está fuera de casa y ella le animará diciendo que son sólo cinco días.

La anciana no sale, permanece en casa esperando despertar de la pesadilla que es la soledad. Se acabaron los paseos del brazo de aquel hombre que la había acompañado tanto tiempo. Se acabó la maquinilla de afeitar en el lavabo, ya no más humo de cigarrillo. Se acabó regañarle por dejar comida en el plato, y enfadarse porque no quiere hacer ese viaje del que tantas veces habían hablado. Se fue. No le dio tiempo a despedirse. Más que dejar un hueco lo que dejó fue un agujero negro que tragaba y tragaba todo a su alrededor y a la pobre anciana apenas le quedaba un pequeño rincón, apartado de aquel insaciable monstruo, en el que colocar su sillón. El sillón en el que se sentaba a media tarde frente al televisor esperando que llegara la noche. Los que hablan allí dentro le hacen compañía. Y en el sillón la encontrará la madrugada, dando cabezadas contra el respaldo mullido y frío.


Es su madre y quiere ayudarla, pero no sabe cómo. Se irrita cuando ve que no come bien, no quiere cocinar para ella sola, dice que es demasiado trabajo para nada. Toda su rutina de años ha quedado reducida a levantarse tarde, comer mal y sentarse en un sillón frente al televisor. A esperar.

Tan solo hace dos días que él se fue. Los niños están en la cama y ella aún no ha cenado. Va a la nevera y mira dentro. Se cansa solo de pensar en tener que cocinar, así que decide comer cualquier cosa. Los lunes es el día de aquella serie pero no le apetece verla sola. Se sienta en el sillón, coge un libro y empieza a leer. Mira a su alrededor.

Silencio.

Mira a su alrededor e imagina.

Y comprende.

Silencio.

sábado, 5 de enero de 2008

Carta a sus Majestades de Oriente

Queridos Reyes Magos:

Quiero que sepáis que ya os he perdonado por no traerme la bicicleta a pesar de haberla pedido año tras año y también he superado lo del Nenuco y la Nenuca. Aprendí a ir en bici con la del Fernan que como era de chico no tenía escapatoria y me fui con ella al suelo unas cuantas veces. Mis piernas guardan las marcas. Lo del Nenuco fue más duro porque la Nuri estrenaba cada año sus nuevos complementos y le encantaba enseñármelos. Sin embargo, todo eso no tiene importancia porque gracias a vosotros descubrí que la ilusión estaba dentro de mí y que podía acudir a ella siempre que lo deseara.

Metida en la cama, con la sábana hasta las orejas y los ojos muy apretados, no quería que me pasara como a mi amiga Angelita que se levantó, les vió y ya nunca más volvieron a su casa. Yo me tapaba los oídos para no oír y me quedaba dormida hecha un ovillo hasta que mi hermano venía a despertarme en medio de la noche: “ya han venido”.

A pesar de la edad no dejo nunca de enviaros mi carta y este año no iba a ser la excepción, así que allá van mis peticiones:

1.- Salud, una cosa muy cara cuando no la tienes y en la que no reparas cuando la disfrutas.
2.- Amor. Que me quieran mucho, todo el tiempo y sin descanso (por pedir que no quede)
3.- Una batería para el ordenador, eso de tener un portátil que en realidad se cree un fijo es un mal rollo.
4.- Una habitación propia, con un rinconcito en alguna parte me conformo. De eso sabía mucho Virginia Wolf.
5.- Y lo más importante: TIEMPO y VOLUNTAD. Sin ellos no soy nadie.

Os doy las gracias por ser tan generosos; y comeros los polvorones pero no me dejéis el suelo lleno de migas.

Pd: Lo de pedir Paz para el mundo lo dejo por imposible, pero si podéis hacer algo, aunque sea poquito, no os cortéis.


Y ahora me voy a la cabalgata.
Id pronto a dormir y que se cumplan vuestros deseos, pero pensad bien lo que pedís es muy feo eso de revender los regalos en ebay.