domingo, 30 de diciembre de 2007

Lista para el Nuevo Año

1
Escribir más
(y mejor, por supuesto)

2
Leer más
(dejándome llevar por mi instinto)

3
Tomar menos café
(dormir es necesario)

4
Ir al gimnasio
(que para algo pago)

5
Aprender inglés
(aunque sea con el Talk to me de las narices)

6
Reír más
(¿más? se van a pensar que estoy loca)

7
No morderme los labios
(eso va a ser lo más difícil)

8
Ver más cine
(aunque sea en casa, que así hay más para elegir)

9
Desengancharme de Internet
(desconectar el wifi, también vale)

10
Querer
(aunque me equivoque)



Y para vosotros




viernes, 21 de diciembre de 2007

Navidad, Navidad, dulce Navidad

Desde chiquitita tuve que escuchar a una de mis hermanas decir que no le gustaba la Navidad. Quizá por eso estoy inmunizada contra comentarios del tipo "es una fiesta comercial" "hay mucha hipocresía" "todo es por el interés" "es una ocasión muy triste por los que ya no están".

Lo confieso: A mí me gusta la Navidad. Me encanta ver las calles iluminadas, las caras de los niños frente a los escaparates. Me gustan los turrones, los polvorones. No, el mazapán, no. Me chifla comprar regalos, pensar en aquellos a los que quiero e imaginar sus caras cuando abran los paquetes.


Me gusta recordar a los que ya no están, pero no con tristeza. Recuerdo las canciones de mi padre con su guitarra, lo mucho que le gustaba la Navidad, tener a todos su hijos alrededor. No encuentro la razón para estar triste.

Estoy con una bronquitis que no me deja ni dormir y me he perdido la cena y el aperitivo del trabajo. Esta tarde estaba yo sentada en mi sillón, con una manta y encontrándome fatal cuando han llamado al timbre. Era Olga, una de mis compañeras y traía en los brazos, cual bebé de nacimiento, dos bandejas del susodicho aperitivo y un regalo. Venía en representación y reconozco que me ha emocionado. Espírtitu navideño, lo llamo yo.

No hay nada de hipocresía en el amor que siento por los míos.

Tampoco la hay en mis deseos para vosotros.


Feliz Navidad
De corazón

Pd: que haya suerte con el sorteo

martes, 18 de diciembre de 2007

Grageas, 100 cuentos breves de todo el mundo

(ilustración de Carlos Nine)

Introducción
Sergio Gaut vel Hartman

CUENTOS

Diez ochenta y seis, Gustavo E. Abrevaya
Anathema sit, Daniel Alcoba
Trenes desaparecidos, Cristian Aliaga
Los chicos crecen, Germán Amatto
El sol (XIX), Esther Andradi
Competencia, Olga Appiani de Linares
El poder de la fe, Martha Argel
S.O.S., Erna Aros Pensa
Lecturas, Márgara Averbach
El deunkoza, Edgar Omar Avilés
Orfeo y Eurídice, la realidad, René Avilés Fabila
Descenso, Luisa Axpe
En un día de verano marciano, amor, Helena Bandeira
Bacon, Carlos Barbarito
Currículum, José Ángel Barrueco
Economía, Sandra Becerril Robledo
Biotopía, Bernardo Fernández (Bef)
El sanador, Antonio Bellomi
Destripe, Alejandro Bentivoglio
Mecanografía, Ricardo Bernal
La Franja, Claudio Biondino
Mariposas, Nuria C. Botey
In pelli veritas, Hélène Calvez
La primera vez, Doris Camarena
Ondina, Abelardo Castillo
Todo lo importante, Antonio J. Cebrián
Las ciudades se levantan, Alberto Chimal
La novela perfecta, Francisco Costantini
El precio de la utopía, Roberto de Sousa Causo
Qué ves cuando me ves, Marcelo Di Lisio
Morir en casa, morir despacio, Marcelo Di Marco
Utopía de la bailarina, Pablo Dobrinin
Primer contacto, Hernán Domínguez Nimo
Ya nadie cree en la magia, Carlos Duarte Cano
Cambio, Miguel Esquirol
Suspensión en el aire I, Jorge Etcheverry
Sueños eléctricos, Santiago Eximeno
Teatro nocturno, Marcial Fernández
Tejiendo hechizos, Ruth Ferriz
Enamorada del muro, Zulma Fraga
La memoria de las piedras, Jacques Fuentealba
Quitamanchas, Adam Gai
La Sirenita, Elvio E. Gandolfo
Puta informática, Rubén García Cebollero
Los cuarenta ladrones, Luisa María García Velasco
El señor Tsé es un optimista, Ezequiel Gaut vel Hartman
Percusión, Eduardo Abel Gimenez
Primer Beso, Pablo Giordano
Títeres sin hilos, Ricardo Germán Giorno
La chica plástica, Manuel Girón
Luciérnagas, Vladimir Hernández
Electrofilia, Juan Diego Incardona
Blowin'in the wind, Sylvia Iparraguirre
Sandra, Tatjana Jambrisak
Cenicienta, Leonardo Killian
El manifiesto oculto, Miguel Ángel López Muñoz
Zona de detención, Marcelo Luján
Previsiones para leer a Julio Cortázar, Ángel Maldonado Acevedo
Satori, Leo Masliah
El escritor, Laura Massolo
La libertad, Víctor Montoya
La presencia, Vicente Muleiro
Amigos en un parque, Juan Pablo Noroña
Teorema, Carlos Orsi Martinho
Olor a tierra mojada, José Vicente Ortuño
El hechizo de Van Gogh, Araceli Otamendi
Paraíso perdido, Gloria Pampillo
Extinciones, Pilar Pedraza
El despegue, Jean-Pierre Planque
Al final del camino, Juan Pomponio
Cómo se salvó la humanidad, Khristo Poshtakov
El paseo, Beatriz Pustilnik
Historia de una santa, Rogelio Ramos Signes
Los espejos enfrentados o el énfasis de vivir secretamente, Nela Rio
Mariposa, Ana Cristina Rodrigues
No quiero ser como ellos, Lady Rojas Benavente
Camina despacio, Antonia Romero
Odín, Paula Ruggeri
La creación del perdón, Luis Saavedra
Hombres de barro al sol, Alejandro Sahoud
Narciso 2050, Angélica Santa Olaya
Virtual, Domingo Santos
Todo lo sólido se desvanece en el aire, Saurio
Tecnogamia, Federico Schaffler
En la ciudad vacía, Lewis Shiner
Pájaros, Ana María Shua
De abandonos, Susana Silvestre
El régimen alimenticio de los caballos, Fernando Sorrentino
La oferta del pecado, Patricia Suárez
Doscientas cincuenta palabras, Verónica Sukaczer
Un trozo de cielo, Susana Szwarc
Escribe, respira, escribe, Gabriel Trujillo Muñoz
Generación espontánea, José Ramón Vila (Txerra)
Uno de misterio, Luisa Valenzuela
Frankfurt, Pablo Valle
Los laberintos, Soledad Véliz Córdoba
Reflexión sobre la carestía de la escritura, Joao Ventura
Revelación, Alicia Zavala Galván
Utópolis, José Luis Zárate
Fracasador, Sergio Gaut vel Hartman


A Sergio Gaut vel Hartman, gracias por haber pensado en mí.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Qué dura es la fama

Hace un par de días me pasé por la página oficial de Arturo Pérez Reverte y estuve leyendo un artículo de su pluma, estilo “desatasca tripas” al que nos tiene acostumbrados.

He de reconocer que aunque me gusta su manera de sacar los colores al personal también me canso si leo muy seguido sus artículos porque se me colapsan los filtros que tengo para la crítica en general.

Del señor Reverte mi obra favorita es La tabla de Flandes. Por aquél entonces era un desconocido para mí y su manera de decir las cosas me resultó tan novedosa que leí aquella novela de un tirón, sin apenas interrupciones.

Pues bien, como decía al principio, hace un par de días me pasé por su página y leí el artículo titulado: Abordajes callejeros y otras situaciones y después, como me ocurre a veces, no pude dejar de pensar en él, me refiero al artículo no al señor Reverte.

Nunca, jamás, he pedido un autógrafo a nadie, ni se me ha ocurrido acercarme a una persona que admiro a decírselo. Creo que me moriría de la vergüenza. Por si acaso, no voy a probarlo, pero reconozco que tengo algo de fetichista. Lo confieso: vi un bolso en un capitulo de las Chicas Gilmore y lo he buscado durante una buena temporada.

Este verano, sin ir más lejos, después de una larga excursión al Lago Negro, en la Ribagorça, cuando ya regresaba al coche, con las piernas rotas, y tan cansada que no me acordaba ni de mi nombre, me crucé con un actor de una serie catalana que seguíamos en casa. Él iba en grupo y comenzaba la marcha. Mi hija y yo nos miramos las dos y nos preguntamos “¿es él?” las dos asentimos y nos dio un poco esa risa tonta que da cuando tienes la sensación de saber algo que nadie más sabe.

No negaré que hay personas a las que conozco por su “palabra” con las que me encantaría pasar un buen rato. Una tarde de charla con Jostein Gaarder, una comida con Amy Tan, un paseo por las Ramblas con Manolo García o, ¿por qué no? un café con Arturo Pérez Reverte.

Al señor Reverte le conozco como escritor y está en sus libros. Al otro, al que le gusta pasear, subir en globo, o lo que sea que le guste hacer, a ese no he tenido el gusto de que me lo hayan presentado y, por lo tanto, si me lo encuentro en un café intentaré ser discreta y que no se percate cuando le dé un toque a mi pareja por debajo de la mesa al tiempo que señalo con la mirada…
…mientras intento no imaginarlo en la precaria situación que narra en su artículo, no vaya a ser que no pueda contener la risa.
Perdón.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Peso cero


Miguel Sanfeliu ha tenido la deferencia de leer mi novela y después se ha tomado la molestia de hacer una entrada en su blog sobre ella.
Gracias Miguel.

También Mónica Gutiérrez Sancho ha tenido la gentileza de hacer un post sobre mi novela.
Gracias Mónica

miércoles, 5 de diciembre de 2007

La vida

Tiene la sensación de que no va a ningún sitio.
Derrotada.
Hundida.
No la ha vencido ningún monstruo salido de debajo de su cama.
Al menos no uno al que pueda tenerle miedo.
Es la angustia y la certeza quien la ha vencido.
La seguridad, la comodidad, la falta de alicientes.
La vida.
Es verse en el espejo.
No reconocerse.
Sentirse otra.
Ya no hay sufrimiento.
No hay dudas.
Solo un día.
Uno tras otro.
El mismo.
Y delante el infinito.
Porque no hay final mientras viva.
Y cuando no viva no habrá nada.
El infinito.

Le cuesta respirar.
No son los pulmones.
Es la conciencia.
La certeza de saber que se acaba.
Se le va entre los dedos.
La ve caer a sus pies.
Todos los días.
Uno tras otro.
La vida.