miércoles, 28 de marzo de 2007

De cine

El cine es una de mis debilidades, pero he de reconocer que mis películas fetiche se rodaron muchos años antes de que yo naciera. Me seduce todo lo antiguo, es cierto, soy de esas personas que se emociona al pensar que hace cinco mil años había gente caminando por donde camino. Y en el cine no soy diferente.

Mis películas favoritas fueron protagonizadas por actores y dirigidas por directores que hoy tienen ya una lápida con su nombre grabado: Orson Wells, Bette Davis, Cary Grant, Billy Wilder, Katherine Hepburn, Humphrey Bogart, Michael Curtiz, Ingrid Bergman, Alfred Hitchcock...

El blanco y negro es el color de mis sueños, la textura del gris matizado me transporta a un lugar mágico. Me gusta el cine en el que un vaso colocado en el sitio exacto marca el cuadro de una imagen. Me cautiva la manera de moverse de aquellos actores cuando desarrollan un diálogo digno de un gran escritor.

Creo que esa atmósfera me ha influido a la hora de escribir mis novelas, como los viajes que he realizado, los libros que he leído, la gente que he conocido o las experiencias que he vivido. Todo ello forma parte de mi equipaje, una gran maleta a la que no pusieron ruedas y que cargo con gusto, casi siempre.

Billy Wilder: inteligente y con un agudo sentido del humor, algo ácido, fue un guionista genial y un director excepcional.


Nació en Austria en 1906 y siendo muy joven se trasladó a Berlín donde vivió hasta la llegada del nacionalsocialismo. En los años cuarenta cumple su sueño e inicia su andadura por el cine americano dirigiendo "El mayor y la menor", un guión de Charles Brackett, con el que colaboró en muchas ocasiones.

Mi película favorita de Wilder es "El crepúsculo de los dioses" (1950).

Esta película es un retrato del mundo, aparentemente glamuroso, de la industria cinematográfica americana, que trataba de ocultar la grotesca imagen de antiguas glorias que vivían de los recuerdos y sufrían el olvido de todos. Esta fue la última colaboración que realizaron los dos guionistas: Charles Brackett y Billy Wilder que, además de dirigir la cinta, participó también en el guión.

La cámara sigue a una caravana de coches formada por policias y periodistas. Un narrador nos explica lo que estamos viendo:

"Sí, esto es Sunset Boulevard, Los Ángeles, California. Son alrededor de las cinco de la madrugada. Es la brigada de homicidios, completada con detectives y periodistas. Han informado de un asesinato en una de esas enormes casas de la manzana 10.000. Podrá leerse en las ediciones de la noche, lo dirán por la radio y se verá en la televisión porque una vieja estrella está implicada, una gran estrella..."

Atravesamos la verja de la mansión y nos dirigimos a la piscina donde un cuerpo, boca abajo, flota en el agua. La cámara cambia el enfoque y ahora le vemos desde dentro del agua.

Es el propio narrador.

Un comienzo que nos muestra el final de su protagonista de un modo crudo e inquietante, estilo que no hace más que aumentar a lo largo de la cinta.

Norma Desmond (Gloria Swanson), es una estrella del cine mudo que vive retirada en una mansión cuyo exterior aparece muy deteriorado y en cuyo interior ha creado un mundo de fantasía en el que ella continúa siendo la estrella rutilante que un día fue. Anclada a sus películas mudas que ve a todas horas, abusando del maquillaje y de un vestuario recargado, cree ser una de las protagonistas de sus películas, sólo que el guión es su propia vida.

Vive sola con su mayordomo Max (Erich von Stroheim), antiguo director de cine, que había sido su primer marido y que vive ahora pendiente de ella, protegiéndola de una realidad en la que ya nadie la recuerda.

Joe Gills (William Holden), un escritor de segunda categoría convencido de su valía y agobiado por las deudas, entrará en el universo de Norma Desmond de forma casual (huyendo de sus acreedores) y ese contacto con el exterior hará que la actriz desee de nuevo lo que tuvo, volver a las pantallas, la fama, la admiración... y el amor.

El final es soberbio. La trama, puro cine negro con toques de thriller y melodrama. Gloria Swanson, retirada por aquel entonces, realiza una interpretación magistral... de sí misma.

Citando a Emilio Calvo de Mora "El repertorio de matices gestuales de la Swanson es el inventario habitual de todas aquellas actrices del mudo, que decían con una mueca lo que luego necesitaba dos verbos y nueve adjetivos"


Os la recomiendo





lunes, 26 de marzo de 2007

Narrativas 5

Magda me informa de la salida del número 5 de "Narrativas", una lectura muy interesante que podéis descargar, en formato pdf, clicando en el título.
Aprovecho para agradecerle su amable invitación.

Núm. 5
Abril-Junio 2007
ISSN 1886-2519
Editores: Magda Díaz y Morales - Carlos Manzano

● Ensayos
Verse a través del Otro en la Lima decimonónica, por Martín Palma Melena
"El Túnel”, ejercicio deconstructivo, por Julio Salinas Lombard
La poesía luminosa y feroz de Sol Acín, por Mercè Ibarz
Vigilancia y Fuga en “Mano de obra” de Diamela Eltit, por Mónica Barrientos

● Relatos
Después de tantos años, por José Ovejero
Cuando yo era sordo, por Leopoldo de Trazegnies Granda
Roma, laberinto de espejos, por Carlos Montuenga
La última cobardía, por Jorge Carrasco
Sin remitente, por Gabriela Urrutibehety
El acompañante, por Andrés Fabián Valdés
Un ataque de lentitud, por Juan Carlos Chirinos
La viuda negra, por Rosa Silverio
Las pestañas de Guimard, por Juan Carlos Márquez
El olor de la ceguera, por Graciela Barrera
Descubriendo sueños, por Mónica Gutiérrez Sancho
Mientras siga escuchando la misma estación, por Iván Humanes Bespín
La lámpara de plata, por José Manuel García Marín
El remolino, por Miguel P. Soler
Azogue, por Luis Pita
La frontera es un buen lugar para vivir, por Agustín Cadena
La Caperucita y el abuelo feroz, por Pablo Lores Kanto
Una vieja historia, por Luisa Miñana
Las cien pesetas, por Fernando Sarriá
El juego de las estatuas, por Antonia Romero
La sonrisa de los hipócritas, por Eduardo Martínez Carnicer
Huidobro literal, por Jorge Etcheverry
Como un hombre que sobrevuela el mar, por Pepe Cervera
Pinche Lupita (o de cómo se me escapó), por Paul Medrano
La orilla, por Moisés Sandoval

● Reseñas
“La vida nueva” de Orhan Pamuk, por Blanca Vázquez
“Un sueño comentado” de Rubi Guerra, por Agustín Cadena
“Historia de la belleza” de Umberto Eco, por Antón Castro
“Gúia de Hoteles inventados” de Óscar Sipán y Óscar Sanmartín, por Sabas Martín

● Miradas
Irène Némirovsky y el abandono, por María Aixa Sanz
"La Historia de Joel" de Henning Mankell, por Sfer

● Tiras Insulsas
Emilio Jio - DaniFrame

● Novedades editoriales

● Noticias

martes, 20 de marzo de 2007

Fuckowski, memorias de un ingeniero

Cuando me presenté al Premio de Novela de YoEscribo.com portal de la Fundación Cabana, mi novela Peso cero quedó finalista detrás de "Fuckowski, memorias de un ingeniero", de Alfredo de Hoces. Aquella experiencia fue toda una novedad para mí que entraba en el mundo de los concursos literarios con toda la inocencia de una novata.

Alfredo se llevó el gato al agua con su Fuckowski, un ingeniero informático que intenta explicarnos cómo es el día a día en su mundo laboral de un modo ameno y divertido no carente de filosofía. Es una novela entretenida y emotiva al mismo tiempo, con un personaje, Fuckowski, que te lleva de la mano por su cotidianidad, mostrándonos lo que se cuece en las grandes multinacionales. El capítulo titulado "El proyecto bicicleta" es sublime:

"Dos meses después llegamos a la fase de pruebas. Obviamente el producto es una mierda. Pero las pruebas corren a cargo del mismo equipo, y los niños de uno nunca son feos. Así que con la cabeza bien alta, se prepara un zip, un manual de instalación, y entrega tú, Carlitos, que a mí me da la risa. ¿Estado del proyecto? Entregado. Viernes noche. Cena de proyecto. Aplausos, risas, más 69. El lunes llegarán las sorpresas."

Todos somos permeables y pocos pueden evitar que lo laboral entre en lo personal. Fuckowski no es una excepción y los avatares profesionales afectaran a su vida, alterándola y haciendo que el protagonista se pregunte qué espera del futuro.
Fuckowski, memorias de un ingeniero, presenta su segunda edición y desde aquí quiero felicitar a su autor.

viernes, 9 de marzo de 2007

¡Tú te crees!

El otro día vino a casa a verme una amiga de esas que uno tiene desde que puede recordar. Curiosamente desde que tenemos niños no nos vemos casi nunca. Que si ella vive en un pueblo y yo en otro, que si los horarios, que si los niños, que si los maridos.

Total, que no nos vemos nunca, pueden pasar incluso meses sin que hablemos siquiera por teléfono.

El otro día, como he dicho, se presentó en casa a desayunar, trajo unas pastas y yo hice un café. Cinco minutos después de sentarnos frente a frente era como si nos hubieramos visto el día de antes.

Hay relaciones que no precisan de ningún artificio, que se mantienen de pura esencia. Estoy segura de que aunque pasaramos años sin hablar y sin vernos, nuestros lazos seguirían tan bien atados como quedaron en aquellos lejanos días en que nos cambiabamos los zapatos y ella me dejaba jugar con su Nenuca porque a mí los Reyes Magos nunca quisieron traérmela.

Sé que no hace falta pero, un beso.