miércoles, 28 de septiembre de 2005

Estoy sonriendo

Ha llegado. La esperaba.

Viene con su verde manto y lo cubre todo dejándome a oscuras.
Con ella llegan los recuerdos, aquellos que oculto tras una mirada lejana y media sonrisa.
Muchos creen que es negra y por eso busca la noche. Para mí es verde, como las hojas de los árboles en primavera. Como el césped húmedo después de que se vaya el Sol.

Hay quien la espera, la intuye y se encoge ocultando su rostro por temor a que se lleve el brillo de su mirada.

Otros susurran su nombre en el nombre del amado. Y se resignan.

También hay quien la niega mientras su piel se marchita, sus ojos se apagan y la sonrisa cae como las hojas de aquellos árboles que cubren con su manto seco la fría tierra.

A algunos los arrastra por los pelos y los lleva al muro de la desesperación desde donde se lanzan al vacío creyendo que en él hallaran el descanso.

Los más ingenuos se regocijan en ella, afirmando que les da sentido, grandeza. Creen que con ella todo es más hermoso, más profundo y auténtico.

Yo la espero porque estoy viva y en su camino. Sé que se irá, pero en su despedida se llevará un poco más de mí. Por eso la acepto cuando llega, pero la ayudo a marcharse. A veces le cuesta decidirse a emprender su viaje, pero yo no cejo en mi empeño, sin estridencias, sin grandes actos, le abro la puerta.

No se resiste, sabe que volverá y piensa que, quizá, algún día, no tenga que marcharse.

Estoy sonriendo, Tristeza.

miércoles, 14 de septiembre de 2005

¿Qué tal las vacaciones?

Bueno, ya está bien ¿no?
¿Habéis tenido bastantes vacaciones? ¡Qué pregunta más tonta!
¿O no?
Yo recuerdo a una compañera de trabajo que volvía del verano mucho más estresada de lo que se había ido. Y eso que era de las que si estabas trabajando con ella más de una hora seguida, la adrenalina que segregaba tu organismo era tanta que tenían que venir a sacártela con jeringuilla. Parece ser que sus hijas tenían mayor vitalidad que la madre. Los niños, esos incomprendidos tiranos.

Ahora toca eso de "tengo las pilas cargadas" y la mesa del despacho a rebosar de papeles por tramitar, ordenar, clasificar, redirigir. Y tú ahí delante de todo ese hostil y áspero material. ¿Que no has encontrado el compartimento de las pilas? Sí, hombre, está ahí, justo al lado de la cartera.

Los que tengáis niños habéis tenido, además, el plus de la vuelta al cole. ¡Eso sí que es estresante! Los libros (de cada cuatro, tres problemas), el material: "estos rotuladores no, que se secan en seguida, pero es que estos valen el doble, ya, pero duran más, ¿y si no los dejas destapados?".

También están las bambas, los chandals, la cartera, los nervios, el nuevo profesor, ¿con quien me sentaré? ¿Me pondrán muchos deberes? ¿Podré ir a clase de guitarra?
Y tú ahí en medio de todo, aguantando el chaparrón.

Luego hay quien me pregunta ¿es que no escribes?

Yo creo que con un par de vidas más, podré arreglármelas.

Ya estoy de vuelta.