Vincent Willem van Gogh nació el 30 de marzo de 1853 en el
sur de la Holanda (Países Bajos). Cuatro años más tarde nacerá su hermano Theo.
Lo mío con Vincent fue amor
a primera vista. Quizá, porque fue un fracasado en vida, un sufridor entusiasta
dispuesto a maltratarse sin contemplaciones. O porque tengo debilidad por las
personas sensibles.
El hecho de que sólo
vendiese un cuadro en vida, siendo después de muerto uno de los pintores más
cotizados, le da a su biografía el punto dramático que le acompañará toda su
vida.
La locura le perseguiría
como una novia despechada, acosándole y obligándole a comportarse de un modo
difícil de comprender para los que compartían sus experiencias (que le
pregunten a Gauguin). El episodio más famoso y que le convirtió en «el loco del
pelo rojo» fue con este amigo pintor que intentó trabajar a dúo con él, en
un magnífico proyecto ideado por Vincent. Pero no pudo ser, en una discusión
con Gauguin (una de muchas), nuestro impresionista sacó la navaja de afeitar y,
ya saben aquello de: cuchillo en
mano se liberó de su oreja. Para mí, ese momento forma parte de su esencia
artística, fue la manera de demostrarle a su amigo que antes se haría daño a sí
mismo que a cualquier otra criatura.
Una vez dicho todo esto, a
quien quiero dedicar esta entrada es a Theodorus Van Gogh, su mecenas, su
amigo, su consejero. Su hermano.
El amor sincero de su
hermano Theo hacia él era incuestionable, le mantuvo económicamente para que
pudiese dedicarse a la pintura, a pesar de no conseguir vender ningún cuadro.
Intercambiaron cartas en las que Theo intentaba poner algo de luz a sus funestos
presagios mientras, Vincent, volcaba todas sus emociones en busca de consuelo.
Vincent, mientras tanto,
pintaba y enloquecía o enloquecía y pintaba, quién sabe. Entraba y salía del
sanatorio mental en Sant Remy. Se recuperaba y recaía. Intentó envenenarse...
En 1890 parecía que había
llegado el momento de la calma, vivía en Auvers y el Dr. Gachet, del que
pintó un autorretrato, le cuidaba con cariño. Hasta tal punto mejoró que
creyeron que no volvería a tener ningún ataque. En esa época pintó 80 cuadros
en pleno éxtasis creativo.
En julio, Vincent hace una
visita a Theo y su familia (adora a su sobrino que se llama como él). En esa
visita descubre que las cosas no le van bien a su hermano: tiene problemas
económicos y la salud de su hijo es mala, lo que amenaza con hundirle.
Vincent se siente, en cierto
modo, responsable, teme que una recaída suya sería fatal para la economía de su
Theo y decide que esta vez será él quien hará algo por él. El 27 de julio de
1890, se marcha al campo y se pega un tiro, con tan mala fortuna (para variar)
que no muere. El médico no puede extraer la bala y lo único que queda es
esperar a que la sentencia de muerte, que él mismo se había impuesto, se
cumpla.
Avisan a Theo y éste viaja a
Auvers para acompañarle en sus últimos días, fuman en pipa y charlan todo el
tiempo. El 29 de julio, siendo el final inminente, Theo se sienta en la cama,
sostiene a Vincent en sus brazos y el genio murmura antes de morir: «La
tristeza durará por siempre».
Theo, hundido y
profundamente triste, no se recupera de la muerte de Vincent. Curiosamente
acabará ingresando en un sanatorio mental y morirá seis meses después que su
hermano.
Pero Theo no pintó ningún
cuadro.
Probablemente la obra de
Vincent no existiría si no fuese por su hermano, pero la vida, ya se sabe, no
recuerda al horno que cuece la masa, tan sólo al panadero que amasó el pan.
Hubieron dos Van Gogh:
Vincent y Theodorus
"Se puede tener, en lo
más profundo del alma, un corazón cálido, y, sin embargo, puede que nadie acuda
jamás a acogerse en él." (Vincent Van Gogh)
La vida de estos hermanos es realmente una cuestión digna de repasar. Nun sabremos a cabalidad el flujo de emones y sentimientos que vibró en sus almas y las de sus cercanos, pero son sin lugar a dudas una muestra de amor fraterno que ya se hubieran querido en la mítica grecia.
ResponderEliminarNo sabía nada de lo que nos cuentas. Vidas sufridas, dolorosas... Gracias por la entrada!
ResponderEliminarBesotes!!!
Desconocía la existencia de este hermano y, por tanto, su papel en la vida del pintor. La verdad es que nunca he tenido especial curiosidad por este genio. Gracias, Antonia, por ampliar un poco estos pobres conocimientos míos. Tristes historias.
ResponderEliminarBesines,