Cuenta la leyenda (y ahora lo cuento yo) que allá por el siglo III dC, el emperador romano Claudio II publicó un edicto en el que prohibía el matrimonio a los soldados. Él pensaba que si no tenían familia de quien preocuparse rendirían mejor en el campo de batalla.
Valentín era un sacerdote cristiano, que en contra de lo que mandaba el emperador y por creerlo injusto, decidió apoyar a los enamorados y casarlos en secreto.
Cuando Claudio II se enteró de esta afrenta (que para eso uno es emperador y tiene a sus espías), le mandó llamar a su presencia. El sacerdote aprovechó la visita para intentar convertirlo al cristianismo y recibió como respuesta la orden de su encarcelamiento y posterior ejecución.
Valentín fue torturado y en su reclusión se entretenía en aleccionar a la hija de uno de sus carceleros, una muchacha ciega que veía a través de sus ojos todo lo que el hombre le explicaba. Julia se llamaba la joven y de la dulzura de sus palabras y las atenciones que se brindaban en sus desgracias, dicen algunos, nació el amor. Y gracias a ese amor la muchacha recuperó la vista.
Las leyendas siempre tienen final trágico (si no que se lo pregunten a Bécquer) y así llegamos al momento crucial. El reo dedicó su última noche a escribir una carta para Julia que firmó como "tu Valentín". Al día siguiente, 14 de febrero del año 270, fue ejecutada su sentencia.
Julia plantó un almendro junto a su tumba.
Julia plantó un almendro junto a su tumba.
Dicen que la tradición de enviarse postales en esta fecha es por lo de la carta de la última noche.
Lo que no me queda muy claro es lo de "El corte inglés", los regalos, las tartas con forma de corazón...
En fin,
Feliz San Valentín
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