Alguien me dijo una vez, hace mucho tiempo, que había personas tóxicas, gente que te chupaba la energía. Hay quien los llama vampiros emocionales.
Bien, pues en aquella conversación esa persona me explicó que se acercan a ti y van mermando tu energía transmitiéndote malas vibraciones, negativizando todo lo que te rodea, mostrándote siempre el peor escenario. Y, curiosamente, cuando consiguen quitarte la energía, ellas la recuperan.
A lo largo de mi vida he comprobado que eso es cierto, que esas personas existen y he aprendido a detectarlas para poder alejarme de ellas lo más posible.
No hay que confundirlas con personas tristes o con problemas. No, estas personas tóxicas no tienen más problemas de los que puedas tener tú mismo, pero son capaces de ver siempre el lado malo de las cosas, incluso de las buenas y no se conforman con verlo ellas, necesitan que tú también lo tiñas todo de un color oscuro para recuperar su estabilidad emocional.
Estos últimos días he estado pensando que ese extraño y absurdo comportamiento humano se está extendiendo a través de la televisión. Ahora también hay programas tóxicos. Programas que van extendiendo una espesa y negra capa de desesperanza sobre el conjunto de la sociedad.
Curiosamente, no vienen de ese mundo que todos rechazamos en público, a pesar de que las audiencias nos dejen en evidencia; no, no me refiero a eso que dio en llamarse tele basura. De lo que hablo es de programas considerados serios, en los que las sillas son ocupadas por gente especializada, personas de peso: directores de periódicos, periodistas afamados, políticos, escritores y muchos economistas.
Programas en los que una y otra vez te cuentan lo mal que va todo, lo negro que es el futuro. Enumeran las desgracias una tras otra, día tras día, sin dejar un resquicio por el que escaparte, tratando de inducirte a pensar que no hay salida y que no se puede confiar en nadie. Una y otra vez las mismas miserias, los mismos titulares. Hablándonos de lo mal que le va a ir a nuestros hijos, de lo que peligra la estabilidad de nuestros padres, de lo difícil que va a ser todo para nosotros.
Hablan de cosas tan espantosas como que a una familia la echen de su casa, sin despeinarse. No se trata de buscar soluciones, solo se limitan a enumerar las desgracias y a provocar la sensación de que lo más terrible aún no ha llegado. Siempre se puede estar un poco peor. Programas de máxima audiencia, que clonan en las diferentes cadenas como si de un virus mortal se tratase, luchando por llevarse la mayor porción del pastel.
Pues yo me bajo de este tren, lo siento, pero igual que no quiero gente tóxica en mi vida, tampoco quiero que desde la televisión me digan cómo me tengo que sentir.
Soy mayorcita y tengo mi propia opinión.
Muy buena entrada, yo estoy bastante motivada con ese tema como sabes por mi novela y además de tóxicas son muy muy peligrosas. besitos
ResponderEliminarTe cambio este por el último que he escrito. No podría estar más de acuerdo.
ResponderEliminarExcelente entrada, suscribo cada palabra, tienes toda la razón.
ResponderEliminarSaludos.
Tras leer tu excelente escrito, una sensación extraña hizo que mi mente trabajase de manera retrospectiva y algunas personas tóxicas salieron a la luz en mi memoria. Existir existen, estoy totalmente de acuerdo, y además creo que ahora que la sociedad está mucho más susceptible, son más y peores.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo peor de todo, Antonia, es que hay un tipo de personas, optimistas y llenas de vida, que atraen a las tóxicas. La eterna lucha entre el bien y el mal.
ResponderEliminarYo hace más de veinte años que no miro la televisión, pero cuando voy a España siempre hay alguna encendida en casa de mis padres o amigos. Nunca deja de sorprenderme que algunas personas allí se pongan a atacarse e insultarse en el plató y a ojos de todo el mundo, y lo peor, que sean programas de alta audiencia. Y otra cosa que no entiendo y que es muy española: ¿De qué sirve decir una y otra vez que todo va tan mal? Lo que hay que hacer es buscar soluciones.
Con toda mi admiración y respeto me gustaria decirte que esas personas que muy bién describes, se llaman como bién dices vampiros de energia, hasta ahí de acuerdo, pero despues mezclas lo paranonormal con la realidad, y creo que són dos mundos diferentes,(aunque interrelacionados),porque el vampiro de energía no sabe que lo es, él crée que es una cualidad de su caracter por lo que consigue sus logros.Creo que podias simplificar llamandolos nazis, creo que es mas acertado.
ResponderEliminarComparto ese desapego televisivo.
ResponderEliminarNo sé cuántas cadenas puedo ver por la TDT (creo que más de 30) y hay momentos en que ninguna emite nada suficientemente interesante.
Se copian intoxicándose con programas de pretendida gran audiencia que, a mí, me causan horror y vergüenza ajena.
En mi caso, sólo hay una cadena que puedo sintonizar con tranquilidad, la 2, porque puede que no me guste o interese lo que está dando en ese momento, pero por lo menos no me siento (literalmente) ante indigestos programas televisivos.
Un saludo
Totalmente de acuerdo. Me apeé de esas cadenas hace tiempo. Primero empecé con un boicot personal a una cadena que "salva" día tras día, y le he ido extendiendo. Ahora ya no veo tele, más allá de algunas pelis o documentales.
ResponderEliminarAh, y a la gente tóxica también he ido aprendiendo a "detectarla" rápidamente...
Besines,
Cada día me alejo más de la tv tóxica y trato de ver poca tv, que sea para divertirme y pasar un buen rato.
ResponderEliminarMe ha encantado tu libro y te envié un mail. Besos
Acabo de comprar tu libro.. Los dilatantes.. tengo curiosidad por leerlo! :)
ResponderEliminarun abrazo
Acabo de entrar en tu blog. Hoy he reseñado en el mío La tumba compartida, espero que te pases a ver qué te parece. Y en cuanto a lo que has escrito en este post sólo voy a decir una palabra: Amén!!! Besos, Antonia!
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